Alfonso: "Me llevo muy bien con Luis Enrique, con Guardiola tengo discrepancias, pero le admiro"
El que fuera delantero del Real Madrid, el Barcelona y el Betis, rememora el oro en fútbol en Barcelona 92
“Ganar un oro olímpico es increíble. La Champions, si eres bueno, la puedes jugar todos los años”
Trabajar en los Juegos Olímpicos: ¿cuánto se cobra?
Alfonso Pérez (Getafe, 1972) firmó una carrera futbolística desde 1990 hasta 2005 plagada de grandes partidos, goles y más de un título tanto a nivel colectivo como individual. Formado en la cantera del Real Madrid, donde arrancó su paso por la élite, vistió también los colores del Barcelona, pero su casa futbolística fue el Real Betis, donde se convirtió en una absoluta leyenda.
El eterno portador de las botas blancas que volvieron loca a toda una generación de chavales que soñaban con ser futbolistas repasa con Uppers uno de los primeros y más importantes momentos de su carrera: el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Allí formó parte de un equipo inolvidable con jugadores que, como él, luego firmaron años y años de buen fútbol tanto en el césped como desde los banquillos. Guardiola, Luis Enrique, Kiko o Cañizares compartieron vestuario con Alfonso para colgarse del cuello una medalla que nadie esperaba y con la que todo el mundo se enganchó.
Apenas tenías 19 años en los Juegos de Barcelona, ¿qué pensaste cuándo te dijeron que estarías allí?
Intuía que iba a ir porque habíamos jugado una final de la Copa del Rey contra el Atlético y allí ya sabíamos que estábamos en la prelista. Por todo lo que había jugado creía que iba a ir, creía que podía ser uno de los jugadores importantes.
Barcelona fue toda una revolución olímpica, ¿cómo viviste la experiencia desde dentro?
Barcelona cambió muchísimo en aquella época, se convirtió en el foco del mundo y la renovación que se hizo en todos los sentidos fue muy positiva. Lo notábamos todos.
El fútbol tenía su propia sede en Valencia. ¿Te hubiera gustado estar en la Villa Olímpica, en Barcelona?
Sólo fuimos a Barcelona a la inauguración, la final y la clausura. A nosotros nos habría gustado vivir ese ambiente olímpico. No fue lo mismo estar en Valencia, en un hotel ‘normalito’ en el centro de la ciudad que haber estado en la villa. Habríamos preferido estar en el meollo y vivir más el ambiente olímpico.
Siendo tan jóvenes y con lo que dicen de las villas olímpicas, ¿quizás mejor haber estado en Valencia?
Nosotros éramos muy jóvenes y veíamos desde la distancia que había mucho cachondeo, pero todos los equipos estábamos igual, encerrados en un hotel. De haber estado todos en Barcelona, después cada equipo y cada jugador habría hecho lo que hubiera querido pero en las mismas condiciones así que sí que nos habría gustado que el fútbol hubiera estado en la villa.
En la inauguración sí estuvisteis, ¿qué recuerdas de aquel día?, ¿qué deportista te impactó más?
Fue algo espectacular, impresionante. Lo que más me llamó la atención fue ver al equipo americano. Ver a Carl Lewis de cerca, a todos los de la NBA fue increíble. Eran los jugadores más significativos del mundo y estaban a nuestro lado.
Ver a Carl Lewis y a todos los de la NBA de cerca fue increíble
Eras el más joven de aquella selección, pero jugabas en el Real Madrid. ¿Una cosa compensaba la otra a nivel de peso e importancia en el equipo?
Efectivamente, era el más joven pero me daba igual porque ya jugaba en el Madrid, con todo lo que eso conlleva así que no me afectaba en absoluto la edad. Sabía que contaba para el míster y así lo demostró porque terminé participando en todos los partidos de aquellos juegos.
En aquella época la selección no era puntera en el mundo como ahora y no estaba ‘acostumbrada’ a ganar. ¿El oro era un sueño?
España no tenía un gran currículo en fútbol y menos a nivel olímpico. Quizás por eso no se confiaba mucho en nosotros, pero a medida que fuimos ganando partidos se fue generando muchísima expectación y se mezcló el poder del fútbol con el hecho de que habíamos llegado a la final y nos convertimos en un referente. Fue un éxito increíble y, lógicamente, tuvo una repercusión brutal.
El fútbol es el deporte rey, pero en los Juegos no es de los más populares. ¿Qué supuso para ti ir a unos Juegos?
Para mí fue un escaparate mundial tanto a nivel personal como de selección. Nos vieron millones de personas en todo el mundo, fue un momento histórico. Para mí fue algo importantísimo.
He leído que esa medalla para ti es incluso más importante que cualquier trofeo a nivel de clubes.
Así es. Ganar una medalla de oro olímpica es increíble. Los juegos son sólo cada cuatro años mientras que las Champions, por ejemplo, si eres muy bueno, tienes la oportunidad de jugarla e intentar ganarla todos los años. Ganar un Mundial sería algo más comparable a los Juegos, pero tampoco exactamente ya que en los Juegos sólo puedes participar en fútbol una vez por las restricciones de edad. Es muy complicado que un futbolista participe dos veces en unos Juegos.
¿Dónde guardas esa medalla?
No la tengo expuesta y realmente no sé si está en mi casa o en la de mi madre. Está con el resto de trofeos y recuerdos como camisetas y demás. Me gustaría tener un espacio, como un pequeño museo para mí, y ponerlo allí todo.
Eras titular indiscutible y llegaste incluso a marcar. ¿Cómo lo viviste?
Era un jugador importante pero no jugué todos los minutos porque tenía algún problema muscular, no recuerdo si de isquios o de aductores. Eso me dio mucho la lata y no estuve a gusto. Me dio rabia porque si hubiera estado mejor físicamente habría aportado mucho más al equipo.
¿Y la final? ¿Vas más tranquilo sabiendo que allí el premio del segundo ya es increíble o sólo piensas en el oro?
Cuando juegas una final sólo piensas en ganar. Los que llegábamos del Real Madrid, mucho más porque sólo nos vale ganar. Teníamos claro que había que darlo todo por conseguir el oro, ni pensábamos en la plata. Era nuestro momento, nuestro escenario y no nos habríamos quedado conformes con la plata.
