Cinco años de covid-19: "Estaba en todas partes, fue como un tsunami"

Cinco años de covid-19: "Estaba en todas partes, fue como un tsunami"
Un trabajador de una UVI móvil del SUMMA 112 con un enfermo en plena ola de coronavirus y covid-19Europa Press
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Hace ya justo cinco años, un 31 de enero, España confirmaba que un turista alemán de La Gomera había dado positivo por un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, el SARS-CoV-2, del que había informado justo un mes antes la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de la ciudad china de Wuhan. Era el inicio del que sería un "tsunami" de contagios que condujo a una pandemia y a un confinamiento en múltiples lugares del mundo para tratar de contener al virus. Hoy, tras aquella pesadilla que dejó millones de muertos, el coronavirus "está bajo mínimos", pero, tras irrumpir de forma demoledora en nuestras vidas, está constatado que llegó para quedarse.

Tras el primer diagnóstico, rápidamente surgieron las alarmas. Cadenas de contagio; casos sospechosos; contactos estrechos; curvas y picos de contagios; mascarillas; geles hidroalcohólicos; antígenos; PCRs; vacunas de ARN mensajero; variantes de múltiples tipos; inmunidad de rebaño; rastreadores; confinamientos; estados de alarma; desescaladas; toques de queda; restricciones regionales y autonómicas; brotes; rebrotes; pasaportes de vacunación... y la 'nueva normalidad'. Tras estallar el coronavirus y su covid-19, todos tuvimos que adaptarnos a innumerables términos científicos y epidemiológicos que, junto a los asociados a la gestión política de la crisis, pasaron a formar parte de nuestro día a día.

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La irrupción de la pandemia de coronavirus

En declaraciones a EFE en un texto firmado por Adaya González, el director general de Salud Pública y Equidad en Salud, Pedro Gullón; el coordinador del Servicio de Urgencias del Hospital del Henares y miembro del Grupo de Infecciones de Semes (INFURG), Martín Ruiz Grinspan, y el médico de Familia y portavoz de SEMG Lorenzo Armenteros repasan cómo fue aquel estallido de la pandemia.

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"Nos pilló, en general, desarmados a todos. Había protocolos y avances en preparación y respuesta a la gripe porque es el que tenía todas las papeletas de desencadenar una pandemia", rememora Gullón, por entonces profesor e investigador del área de Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de Alcalá.

Desde ese lado, recibían "con mucho miedo" la información parcial que les llegaba. Nadie tenía estructuras para afrontar aquel nuevo agente que se expandió con una rapidez vertiginosa ni se podía saber "cómo podía continuar ni lo que podía pasar cuando la curva descendiese".

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Gullón colaboró con servicios de salud pública como el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y el Departamento de Salud de Navarra, entre otros. Con la perspectiva que da el tiempo, hoy opina que quizá se podría haber mitigado el impacto de la primera ola, "pero nadie la podía haber parado".

La desescalada fue un "punto de no retorno" en el "espectacular" ambiente de colaboración que hubo en los primeros meses de coronavirus, que también han grabado en su memoria los aplausos de las ocho y las calles vacías.

Ahora, sostiene, "está siendo muy anecdótico", pero al fin y al cabo es un actor nuevo en el tablero de las infecciones respiratorias sin un patrón de comportamiento uniforme que ha llegado "para quedarse" y por eso hay que vigilarlo.

La covid-19, el "tsunami" de contagios y el miedo a otra pandemia

"Estábamos en pleno invierno como ahora, con las infecciones respiratorias en auge pero funcionando con normalidad", relata, por su parte, Ruiz Grinspan. Entonces, explica que sí que había sensación de muchos casos y se presumía que quizá podía ser por aquel virus de China que traían las noticias, pero en esos momentos no había test para averiguarlo.

"Todo se precipitó de repente" cuando la cosa empeoró en Italia a mediados de febrero: "Si ya estaba allí, estaba claro que estaba en todas partes, y si no lo estaba, iba a estar en muy poquito tiempo". El primer caso llegó a su hospital el 4 de marzo y, a partir de ahí, "fue como un tsunami". "Es la descripción", sostiene.

Salvo algún problema puntual al principio, no les faltó el material de protección. En estos centros, a la nueva enfermedad la tuvieron que ir conociendo sobre la marcha y aplicar la experiencia adquirida de otras crisis como el ébola o la fiebre hemorrágica de Crimea Congo.

De dos UCI, su hospital pasó a 32, instalaron controles de Enfermería en distintos espacios para segregar a los pacientes que necesitaban ingreso, estudiaron a fondo la ventilación del centro... Todos a una, de administrativos, celadores y personal de limpieza a auxiliares, enfermeras y médicos.

Ahora, tras aquellos duros momentos, afortunadamente expresa que covid este invierno "hay poquísimo" y "está bajo mínimos" gracias a la vacuna y la inmunidad adquirida. No obstante, el urgenciólogo pide "estar preparados, porque está claro que la próxima está el caer, será 1 año, serán 5, serán 10, pero que vendrá otra eso nadie lo duda".

La Atención Primaria, entre el colapso y la falta de recursos contra el virus

Donde faltó de todo, como explican, fue en Atención Primaria. Allí se asistió al 90% de los pacientes de aquel "verdadero monstruo, invasivo, peligroso y contagioso" que fue el coronavirus. "Estuvimos totalmente abandonados y olvidados. Nos tuvimos que buscar la vida, lo poco que había se iba para los hospitales", rememora hoy, "con la piel de gallina", el médico de Familia y portavoz de SEMG Lorenzo Armenteros.

De improvisarse pantallas con armazones de impresoras a fabricarse los trajes de protección con bolsas de basura. El suyo, en concreto, se lo confeccionaron unas vecinas de Lugo.

Con los escasos recursos que tenían, y con también una oleada de presión encima a todos los niveles, atendieron a infinidad de pacientes tanto en consulta como en sus domicilios, donde se confinaban grupos enteros de contagiados. "Se minimizaba por parte de la autoridad sanitaria y se nos intentaba ocultar. Lo vivimos con muchísimo temor e incertidumbre", afirma.

"La primera ola es para olvidarla", asevera, echando la vista atrás. Hoy, no obstante, los 4 millones de personas que viven hoy con el llamado covid persistente son incapaces de olvidarla.

En ese escenario, uno de los recuerdos que con más desazón sobrevienen a Armenteros, además de los compañeros que murieron "solos y abandonados", son los pacientes que, atemorizados, no querían ir al hospital pese a requerirlo. "Eran una preocupación inmensa", subraya.

Frente a todo ello, la ola que sí le gusta mencionar es la de la inmensa solidaridad del conjunto de la ciudadanía, aunque ahora aquellos aplausos se hayan convertido en muchas críticas. "Creíamos que éramos la mejor sanidad del mundo, y si algo nos hizo ver aquello es que no lo éramos", sentencia.

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