Los riesgos de no tratar bien una infección de orina: "Nos hemos acostumbrado a que solo se receten antibióticos"

Infección de orina.
Infección de orina.. EUROPA PRESS
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Madrid.Las infecciones de orina son una de las patologías infecciosas más frecuentes, sobre todo en las mujeres. De hecho, algunas conviven con ella de forma recurrente, lo que puede mermar su calidad de vida.

"Ante estas infecciones, nos hemos acostumbrado a que se receten antibióticos de manera sistemática, sin preguntarnos muchas veces, ni médicos ni pacientes, cuáles son las causas que hay detrás, qué podemos hacer para evitarlas o cómo, al menos, podríamos reducir su frecuencia", relata Teresa Pastor, médico especialista en Urología, en su libro ¿Qué me pasa ahí abajo? Di adiós a las infecciones de orina con la medicina integrativa (Alienta Editorial).

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En él, Pastor explica cómo funciona nuestro sistema urinario, cuáles son los factores que influyen en el desarrollo de las infecciones de orina recurrentes, cómo tratar sus causas y prevenir sus apariciones más allá de las medidas tradicionales, que en muchas ocasiones no son suficientes.

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Pregunta: ¿Qué te llevó a escribir este libro?

Respuesta: Hace unos años empecé a formarme en medicina integrativa y comprendí que la medicina convencional no solucionaba muchos de los problemas que tenían mis pacientes. En aquel momento, me di cuenta de la importancia de que mis pacientes comprendiesen qué les estaba pasando. Pensé que lo mejor era poder darles consejos sobre nutrición, suplementación, estilo de vida, etc., más allá de simplemente prescribirles fármacos.

El problema es que los médicos tenemos muy poco tiempo para cada paciente (en Suiza, donde yo trabajo, son 20 minutos, lo cual es insuficiente, pero bastante más de lo que tienen mis compañeros en España). Así que decidí escribir un pequeño folleto, para que las pacientes pudieran leerlo en casa. Me puse a escribir y a escribir, y al final me salió un libro de casi 300 páginas. ¡La verdad es que tenía mucho más que contar de lo que me había imaginado!

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P: En el libro comentas que los médicos han normalizado la prescripción de antibióticos para tratar la cistitis y que los pacientes han asumido este tratamiento sin cuestionarlo. ¿Por qué crees que hemos llegado a este punto y cuáles son las consecuencias de este enfoque?

R: Porque eso es lo que nos enseñan en la facultad de medicina y lo que dicen la mayoría de las guías de práctica clínica de las diferentes sociedades científicas. Muchos profesionales de la salud siguen a rajatabla esas recomendaciones que, si bien están basadas en la evidencia científica, no nos permiten individualizar el tratamiento y ofrecer realmente soluciones “a la carta”. Por eso, aunque en muchas ocasiones sea necesario dar un antibiótico, y aunque éste resulte eficaz nada más tomarlo, a menudo la infección recidiva, pues no se han tratado las causas del problema si no sus consecuencias.

P: ¿Cuándo se considera que una infección urinaria es de repetición y qué señales indican que se debe buscar un enfoque diferente al tratamiento habitual?

R: Por definición, una persona sufre infecciones urinarias de repetición cuando padece al menos dos infecciones en el plazo de seis meses o tres infecciones en un año. Estas infecciones tienen que estar documentadas, es decir, tener un test diagnóstico que confirme que se trata realmente de una infección de orina. Si esto le ocurre más de una vez, es obvio que el tratamiento médico “convencional” no está funcionando y, desde mi punto de vista, hay que buscar un enfoque diferente.

P: ¿Cuáles son los principales factores que predisponen a sufrir infecciones urinarias recurrentes?

R: Los factores de riesgo que más se han asociado con las infecciones de orina son las relaciones sexuales y la menopausia, por los cambios hormonales que se producen, pero existen muchos otros que la gente, incluso muchos médicos, desconocen. En el libro hablo de muchos de estos factores de riesgo como pueden ser la disfunción del suelo pélvico o de la micción (uno de los más importantes, desde mi punto de vista), el estrés, los desequilibrios hormonales, el contacto con algunos tóxicos, los reservorios bacterianos en la pared de la vejiga o las alteraciones de la microbiota, y aun así me quedo corta…

P: Indicas que muchas pacientes con infecciones recurrentes llegan a la consulta frustradas. ¿Cómo afectan estas infecciones a la calidad de vida de quienes las padecen de manera frecuente?

R: Pues, como suelo decir a mis pacientes, es excepcional que una cistitis te mate, ¡pero hay que ver cómo fastidian! Los síntomas típicos de una infección de orina son un dolor muy fuerte en la parte baja del vientre, una quemazón muy importante cada vez que se orina, tener que orinar cada pocos minutos con mucha sensación de urgencia y, a menudo, tener sangre en la orina.

Muchas de mis pacientes padecen estos síntomas cada mes o cada dos meses, y a algunas de ellas se les ha dado a entender que no hay solución y que esto es así por “ser mujer”. A menudo, tienen que faltar al trabajo, o dejar de realizar actividades que les gustan, como la natación, por miedo a tener una infección. También suelen evitar las relaciones sexuales por este mismo motivo o dejan de viajar porque no quieren que la infección les pille en un sitio donde no tienen acceso a un tratamiento médico. En fin, es duro, y a menudo no se le da la importancia que merece.

Teresa Pastor, Teresa Pastor, autora de "¿Qué me pasa ahí abajo? Di adiós a las infecciones de orina con la medicina integrativa".

P: En el libro adviertes sobre los peligros de los autotests de orina. ¿Cuáles son los riesgos de confiar en estos tests sin supervisión médica?

R: Efectivamente, el problema de los autotests de orina es que hay que saber interpretarlos muy bien, y ponerlos siempre en el contexto clínico de la paciente. Si no, pueden inducir a error. Por ejemplo, si tenemos un test donde se observan alteraciones, pero la paciente no tiene síntomas, no estaría recomendado dar antibióticos y habría que descartar otras causas no infecciosas que puedan provocar alteraciones en el test. O, al contrario, si el test no muestra “nitritos”, que es uno de los indicadores de infección de orina (aunque no el único), pero la paciente tiene síntomas, hay que plantearse dar un tratamiento, o al menos realizar otras pruebas que confirmen la presencia de gérmenes en la orina, como un sedimento urinario o un cultivo. Por eso, yo desaconsejo a mis pacientes que tengan en casa tiras reactivas de orina.

P: También indica que no es necesario seguir sufriendo y tomando antibióticos en un ciclo repetido infinidad de veces. ¿Consideras que en algunos casos se pueden evitar por completo, o más bien deberían combinarse con cambios en el estilo de vida y ciertos y hábitos?

R: Cuando una paciente se presenta con una infección de orina muy sintomática, a menudo no nos queda más remedio que tratarla con antibióticos, y esto es perfectamente correcto. Pero si la paciente ya conoce los síntomas y empieza a notarlos, hay muchos tratamientos no antibióticos que pueden “cortar” la infección antes de que ésta se desarrolle, como la D-manosa, algunos aceites esenciales o algunos productos fitoterápicos. Lo que es seguro es que, para prevenirlas, hay que ir a buscar y tratar las causas, y esto significa siempre realizar cambios a nivel de nuestros hábitos y estilo de vida, además de, en muchos casos, acompañar con tratamientos que restablezcan el equilibro de la microbiota, el equilibrio hormonal y metabólico o la respuesta defensiva de la pared de la vejiga.

P: Mencionas que la mayoría de estas infecciones son causadas por bacterias uropatógenas. ¿Cómo influye nuestro estilo de vida en la proliferación de estos microorganismos?

R: Hay dos factores que influyen en la proliferación de este tipo de microorganismos. Por un lado, tenemos el factor natural, que son los cambios hormonales que se producen en la peri- y postmenopausia. Cuando el nivel de estrógenos de una mujer baja, disminuyen los lactobacilos presentes en su flora vaginal, que son las bacterias que nos protegen fabricando ácido láctico. Sin el ácido, las bacterias uropatógenas sobreviven mejor y aprovechan para proliferar. Aunque no podemos evitar la menopausia, sí podemos actuar a nivel del estado hormonal de la vagina aplicando geles de estrógenos, que son muy útiles (la terapia de reemplazo hormonal oral no lo es tanto en este caso).

Por otro lado, tenemos el factor estilo de vida, que influye, y mucho. Por ejemplo, nuestra alimentación y los tóxicos a los que nos exponemos puede modificar la composición de nuestra microbiota y nuestro tránsito intestinal. El estrés, así como la falta de descanso o de ejercicio alteran también nuestro tránsito intestinal, así como nuestro estado hormonal y el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario. Las enfermedades metabólicas, y en especial la diabetes, también pueden favorecer el crecimiento de bacterias patógenas. Estos y otros factores de nuestro estilo de vida pueden facilitar o evitar que los microorganismos que causan las infecciones de orina proliferen. Así pues, muchas veces la clave está precisamente en actuar sobre nuestro estilo de vida, donde suele haber mucho trabajo que hacer.

P: Dices que modificar la alimentación es clave porque ataca la raíz del problema, mientras que los fármacos solo alivian los síntomas. ¿Cuáles son los cambios más efectivos en la dieta para reducir el riesgo de infecciones urinarias?

R: Hay muchos cambios en nuestra alimentación que pueden resultar muy útiles. Cada persona es diferente y no se pueden dar recomendaciones generales, pero globalmente, tal y como indico en el libro, la mayoría de las personas consumimos demasiados carbohidratos, alimentos proinflamatorios y tóxicos que alteran nuestras hormonas y nuestra microbiota.

Un buen comienzo es intentar aumentar el consumo de verduras verdes ecológicas, así como grasa y proteína de buena calidad también ecológica o de animales criados en libertad (leguminosas, huevos, pescado azul y carne con moderación) y reducir los lácteos, sobre todo los de vaca, los azúcares refinados y las harinas. También ayuda consumir alimentos fermentados, que contenga bacterias probióticas (yogur o kéfir, si es de cabra o de oveja, mejor; chucrut; kimchi; etc.) o cualquiera de los condimentos y especias que comento en el libro, que tienen poder desinfectante (ajo, apio, rábano, eneldo, cardamomo, orégano, etc.).

"¿Qué me pasa ahí abajo di adiós a las infecciones de orina con la medicina integrativa" de Teresa Pastor (Alienta Editorial)

P: Destacas la importancia de optar por alimentos ecológicos para evitar ciertos tóxicos. ¿Qué sustancias presentes en la alimentación convencional pueden favorecer la aparición de infecciones?

R: En el caso de los vegetales, muchos de los productos fitosanitarios que se utilizan para tratar los cultivos son, en el fondo, sustancias antimicrobianas. Cuando ingerimos estos alimentos, estas sustancias entran en nuestro organismo y modifican nuestra microbiota. Esto no ocurre con los vegetales ecológicos, pues no han sido tratados con estos productos.

En cuanto a los alimentos de origen animal, sabemos que a menudo se trata a los animales con antibióticos para evitar que enfermen, y estos antibióticos pasan después a nuestro cuerpo cuando los consumimos, provocando cambios importantes a nivel de nuestra microbiota. El uso de antibióticos “preventivos” está prohibido en la ganadería ecológica. Además, hay estudios que demuestran que, por el uso de estos antibióticos, algunos animales pueden ser portadores de bacterias multirresistentes que luego ingerimos nosotros. También hay que tener en cuenta que los animales que no han sido criados en condiciones “ecológicas” o en libertad, son alimentados con cereales y otros productos no ecológicos, que a menudo no son su alimento natural, y esto hace que la calidad nutricional de sus productos sea menor (por ejemplo, el contenido en omega-3 de los huevos ecológicos o del pescado salvaje es mayor).

Otro punto importante es que los alimentos ecológicos no llevan conservantes, que son también productos cuyo efecto antimicrobiano está más que comprobado.

Por otro lado, hay estudios que demuestran que los alimentos ecológicos, por el hecho de proceder de cultivos menos intensivos, son más densos nutricionalmente. Al llevar más micronutrientes (vitaminas y otros oligoelementos), estos alimentos nos ayudan a preservar mejor nuestra salud general, y en especial nuestra salud inmunitaria.

P: También hablas de la influencia de los productos cosméticos en el desarrollo de infecciones urinarias. ¿Qué ingredientes debemos evitar y qué tipo de productos recomiendas?

R: La mayoría de los cosméticos que existen en el mercado llevan sustancias que sirven para que se conserven más tiempo. Seguro que has oído hablar de los parabenos, aunque hay muchos más. Son sustancias con efecto antimicrobiano que evitan que las cremas, los geles o los champús se llenen de bacterias o de hongos. El problema es que esas sustancias son absorbidas por nuestra piel y después eliminadas en la orina o las heces. Hay estudios que demuestran que la mayoría de los seres humanos eliminamos parabenos cuando orinamos. Te puedes imaginar el efecto que tienen a nivel de nuestra microbiota.

Por otro lado, los productos cosméticos también contienen disruptores endocrinos, unas sustancias que mimetizan o bloquean el efecto de las hormonas en nuestro organismo, provocando un desequilibrio importante. Un ejemplo son los ftalatos, muy utilizados en los perfumes, o el bisfenol A, presente en el plástico de los recipientes.

Por eso yo recomiendo los productos de cosmética casera envasados en recipientes de vidrio. Quizá sea una recomendación un poco drástica, y entiendo que lleva su tiempo fabricarse sus propias cremas pero, a la larga, no resulta tan pesado y es la mejor opción. En mi caso, fabrico la mayoría de los productos cosméticos y de higiene personal que utilizamos en mi familia. Con la práctica, he creado una serie de recetas muy fáciles y con pocos ingredientes que he compartido en mi página web. Para la gente que no quiere complicarse la vida, una buena opción son los productos de cosmética natural que se pueden encontrar en muchos comercios o en la web. La regulación de estos productos es menos estricta que la de los alimentos y a veces te pueden dar “gato por liebre”, pero lo más probable es que un producto etiquetado como “cosmético natural” tenga menos tóxicos que uno normal.

P: A menudo se asocia la higiene íntima con la prevención de infecciones urinarias. ¿Qué prácticas de higiene son realmente beneficiosas y cuáles pueden ser contraproducentes?

R: Algunas recomendaciones pueden ser muy útiles, siempre y cuando se instruya correctamente a la paciente. Por ejemplo, vaciar bien la vejiga después de las relaciones sexuales, pero asegurándose de que la paciente sabe orinar (que no aprieta el “culete” cuando orina pues, de lo contrario, puede ser contraproducente).

Otra recomendación útil, sobre todo para las pacientes que sufren infecciones postcoitales, es la utilización de un gel de ácido láctico intravaginal inmediatamente después de la relación, para que el pH de la vagina se mantenga ácido y evitar así que los gérmenes patógenos proliferen. Las duchas vaginales las desaconsejo, pues suelen acarrear más problemas que beneficios, ya que pueden modificar la composición de la microbiota y facilitar el paso de las bacterias a la vejiga. Para ciertas pacientes que suelen tener infecciones durante la menstruación, existen tampones probióticos que pueden ser útiles.

P: Además de los cambios en la alimentación, ¿qué suplementos pueden ser útiles para prevenir o tratar infecciones urinarias recurrentes?

R: Hay bastantes suplementos que pueden ser útiles, aunque hay que saber seleccionarlos de manera individual para cada caso. En principio, cualquier suplemento que mejore nuestro estado general puede ayudar, y en especial aquellos que mejoren el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario, reduzcan la inflamación o que cuiden de nuestra microbiota.

Tenemos, por ejemplo, la vitamina D, que ha demostrado aportar beneficios a pacientes con infecciones de orina, más que las vitaminas C o E, que parecían más prometedoras en un principio. En cuanto a los oligoelementos, el más útil parece ser el zinc. El ácido hialurónico por vía oral o intravesical también ayuda en ciertos casos seleccionados. Como fitoterapia, podemos destacar numerosos compuestos por su efecto bactericida o bacteriostático como, por ejemplo, la mezcla de centauro, levítico y romero, o la mezcla de capuchino y raíz de rábano picante. También podemos usar productos antimicrobianos como la lactoferrina o la ceragenina.

El arándano rojo, que parecía muy prometedor, no ha demostrado tanta eficacia como se esperaba. Lo mismo ocurre con la D-manosa, un azúcar que inhibe la adhesión de las bacterias a las paredes de la vejiga, pues hay cada vez más microorganismos resistentes.

Por último, están los probióticos, utilizados por vía oral o intravaginal, que pueden ser muy útiles siempre y cuando sepamos seleccionar las buenas cepas y la dosis correcta. Mi preferido es el Lactobacillus crispatus, una bacteria habitual de la microbiota vaginal, que produce muchísimo ácido láctico y que mantiene el pH vaginal muy ácido, evitando que los microorganismos patógenos proliferen.

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