No desconectar en vacaciones tiene consecuencias
Permanecer conectado al trabajo durante el tiempo de descanso puede provocar síntomas propios del estrés y el burnout
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Desconectar del trabajo durante nuestras vacaciones no es ningún capricho, ni mucho menos una falta de profesionalidad: es una necesidad. Trabajar de forma continua y sin pausa genera fatiga mental y estrés crónico. Por eso, aunque en este mundo hiperconectado cada vez resulte más difícil, es necesario de vez en cuando dejar atrás la rutina laboral, descansar y permitir una recuperación profunda de nuestra mente y cuerpo.
La ley ampara el derecho a la desconexión digital, que obliga a las empresas a garantizar la conciliación personal y familiar. Otra cosa es que realmente se ejerza. Ahí sigue habiendo una asignatura pendiente. Y tiene consecuencias. La sobrecarga de notificaciones y el estar permanentemente conectado impiden descansar adecuadamente y alteran funciones básicas como la concentración, el sueño o el disfrute del tiempo libre.
Antoni Baena, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experto en salud digital, explica que permanecer conectado al trabajo a través del correo electrónico o el móvil durante las vacaciones puede provocar síntomas físicos como los propios del estrés y el burnout, es decir, la sensación de falta de energía y de fatiga extrema.
Otra consecuencia de la falta de desconexión es la ausencia de placer, de satisfacción o de ganas de hacer cualquier actividad que pudiese considerarse placentera, como ir al cine, a cenar, pasear y hacer otras actividades de ocio. También nerviosismo, taquicardia, insomnio o sueño de mala calidad. Síntomas que pueden confundirse con otras patologías y que "no siempre se relacionan con la necesidad de desconectar", advierte Baena.
Un mínimo de ocho días
Pese a los riesgos que implica el no separar ocio y trabajo, los estudios sobre los efectos del uso excesivo de la tecnología en adultos durante las vacaciones son todavía limitados. Una investigación de 2024 de la Universidad de Tecnología de Swinburne (Australia) concluye que la desconexión digital está estrechamente vinculada con la mejora del bienestar emocional, la reducción del estrés y el aumento de la satisfacción laboral.
Un estudio de la Universidad de Nijmegen (Países Bajos) concluía que a partir del octavo día de vacaciones se alcanza un pico de bienestar individual gracias a una desconexión real. Y otro estudio de la Universidad de Windsor (Canadá) llevado a cabo con jóvenes adultos evidenciaba síntomas similares a la adicción cuando los participantes intentaban desconectarse voluntariamente.
Estrategias realistas para desconectarse
La clave no está necesariamente en una desconexión total, que a veces puede ser incluso contraproducente, sino en una desconexión parcial e inteligente, adaptada al contexto de cada persona. En ese sentido, Baena propone varias estrategias realistas para practicar el autocuidado, recuperar el control de nuestro tiempo y reconectar con lo importante:
- Separar dispositivos. Utilizar dos teléfonos (uno personal y otro laboral) ayuda a delimitar espacios mentales. Si no es posible, mejor eliminar o desactivar apps laborales del móvil.
- Establecer una política de desconexión en la empresa. La falta de una normativa clara sobre tiempos de trabajo, descanso y vacaciones fomenta la confusión y puede generar conflictos.
- Automatizar alertas y configurar el modo de descanso. Activar funciones como el modo No molestar, desactivar las notificaciones y usar modos de concentración ayuda a reducir el bombardeo constante de estímulos digitales.
- Hacer actividades sin pantallas. Planificar tiempos específicos sin tecnología o en contacto con la naturaleza (como pasear, leer, practicar algún deporte, jugar a juegos de mesa o hacer actividades al aire libre) permite recuperar el equilibrio.
- Educar en salud digital. Es fundamental aprender a usar la tecnología de forma consciente, con límites y objetivos claros. "Se trata de usar la tecnología a nuestro favor, no de convertirnos en sus esclavos", concluye Baena.
