Muere el padre de Yolanda Díaz y ella rompe a llorar en el Congreso: cómo gestionar lo mejor posible un duelo
Los psicólogos apuntan a que el duelo es un proceso personal y único que cada persona experimenta de manera distinta
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El histórico sindicalista gallego Suso Díaz, padre de la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz, falleció este martes a los 80 años. La líder de Sumar no ha podido contener las lágrimas un día después en el Congreso de los Diputados cuando el presidente Pedro Sánchez le ha dedicado unas palabras de recuerdo. Díaz ha querido estar en la Cámara pese a estar pasando uno de las situaciones más difíciles que soportamos a lo largo de la vida, la desaparición de uno de nuestros seres más queridos.
Los psicólogos advierten que solo es posible superar un golpe tan duro como la muerte de un padre o una madre a través del doloroso duelo. Pasar por él es una experiencia traumática, pero que también puede ser transformadora. Cuando el dolor es sano tiende a desaparecer con el paso del tiempo. Los expertos cifran en un año su duración habitual, pero no hay un ciclo definido para superar el duelo, que es un proceso personal y único que cada persona experimenta de manera distinta.
Un proceso muy personal
Tampoco hay un tiempo correcto para regresar al trabajo. Yolanda Díaz no se ha tomado una pausa, aunque en general se recomienda regresar a la actividad laboral por lo menos después de cinco días de descanso, y quizás no más de dos semanas, aunque esto depende cada caso y de cada persona, tal y como explican en R&A Psicólogos.
Para algunos, volver inmediatamente al trabajo les sirve de ayuda pues la rutina les ofrece estabilidad y les permite estructurar el día. Algunos estudios muestran que retomar actividades habituales aporta un ancla ante el caos emocional, e interactuar con los compañeros de trabajo puede ser un apoyo crucial. Pero para otras personas la idea de regresar a su lugar de trabajo y concentrarse en su labor habitual les resulta imposible.
Lo que sí está más o menos claro es que todo duelo debe pasar por una serie de fases muy parecidas, establecidas por la psicóloga Elisabeth Kübler-Ross en 1969. "Cuando perdemos a nuestro padre, perdemos nuestras raíces. Es una situación muy traumática. Normalmente, hay una fase inicial de shock, de no poder creer la situación, y después pueden surgir sentimientos de ira, tristeza y, a veces, culpa", antes de llegar a la aceptación, nos señalaba aquí la psicóloga Lara Ferreiro.
En el caso de Yolanda Díaz, tener un perfil público puede condicionar lo que pasa en su vida privada. "Pasar un duelo cuando eres una figura pública es muy complejo porque se va a analizar al milímetro cada reacción y cada expresión de dolor", explica la experta, que está de acuerdo con darse "espacio para llorar, para poder mostrar el duelo. Hay que llorar la tristeza".
Nuestra principal conexión con el mundo
Pero, ¿por qué nos afecta tanto la muerte de un progenitor? "Nuestro padre es nuestra principal conexión con el mundo. Aunque tengamos hijos, amigos o una red social, el padre es nuestro vínculo, nuestras raíces. Perder al padre o a la madre es perder una de las figuras más importantes de nuestro mundo. Se dice que cuando muere nuestro padre, una parte de nosotros muere también, queda huérfana. Aunque sea ley de vida, aunque lo entendamos, tenemos la fantasía de que los padres son eternos, van a estar ahí para siempre, y, en realidad, no", explica Ferreiro.
En cualquier caso, el paso del tiempo es la mejor medicina para los momentos de duelo. "Se necesita tiempo para asumir la pérdida y nuestra forma de llevar este duelo debe ser respetada, el respeto es una palabra clave y la mejor opción para las personas que nos rodean", explica en su web el psicólogo clínico Manuel Escudero.
El reto más importante es aceptar que la persona, aunque se haya ido, sigue con nosotros en nuestra memoria. "Es importante hacer una despedida simbólica, si no has podido despedirte: escribirle una carta o leer unas palabras en su funeral. Hay personas que incluso van al cementerio a hablar con él. Es importante sanar y pasar todas las fases del duelo, sabiendo que hay que transitarlo, forma parte de la vida. No vivirlo hace que se enquiste y, desde ahí, podemos somatizarlo", concluye Ferreiro.
