La patronal de residencia AESTE opina que supone un respiro para el cuidador y puede ser una transición a estancias más duraderas
La gerontóloga y experta en cuidados, Lourdes Bermejo, cree que no es buena idea
Es un gran dilema. La necesidad de descansar y la culpa. Aunque, bien hecho, no tendría por qué. ¿Y si durante las vacaciones se deja a buen cuidado en una residencia a uno de los progenitores? De hecho, la patronal de residencias AESTE avisa de que las estancias temporales en centros para personas mayores y dependientes están registrando un incremento significativo durante los meses de verano, coincidiendo con el periodo vacacional de muchas familias.
Según datos de la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (AESTE), el 25 % de estas estancias se solicitan como medida de respiro para los cuidadores no profesionales, una figura clave, pero a menudo invisibilizada, que soporta una gran carga física y emocional durante todo el año. De hecho, más del 40 % de las estancias por respiro familiar se concentran en los meses estivales. Según datos de AESTE, El 58 % de los ingresos temporales tienen una duración de entre uno y tres meses, lo que se alinea con las vacaciones de los cuidadores.
¿Aprovechar las vacaciones para llevar unos días a tu padre dependiente a una residencia es buena idea? ¿Cómo debemos plantearlo? ¿Cómo sé si acierto en la residencia? ¿Y si no quiere ir? Hemos consultado voces expertas a favor y en contra de la idea.
En contra
Para Lourdes Bermejo, miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y experta en cuidados, “el verano no es el mejor momento para ir pasar unos días a una residencia, ni para hacer una transición hacia una posible estancia más prolongada. ¿Por qué? Porque hay mucha rotación de personal con el tema de las vacaciones, hay muchos trabajadores nuevos o temporales. La persona se va a acostumbrar a lo mejor a unas personas, pero luego van a cambiar y va a tener que acostumbrarse de nuevo”, sostiene Lourdes.
“Además, -continúa- en muchos lugares de España en verano no se puede salir del centro en muchas horas por el calor. Al final están todos en salas con mucha gente, gente que a lo mejor está acostumbrada a estar sola o en pequeños espacios, de repente está en un espacio muy grande con mucha gente a la vez, que no conoce. Bueno, yo creo que el verano no es el mejor momento.
A favor
La patronal entiende que “cuidar bien implica también descansar. Las estancias temporales permiten aliviar la presión que sufren los cuidadores y asegurar que la persona dependiente continúe recibiendo cuidados de calidad”, subrayan desde la asociación.
“Las estancias temporales son una modalidad de alojamiento residencial que permite a las personas mayores permanecer en un centro especializado durante unos días, semanas o meses, sin necesidad de un ingreso permanente. Durante ese tiempo, acceden a los mismos servicios que cualquier residente de larga duración: cuidados, atención sanitaria, psicológica, actividades de ocio, rehabilitación y fisioterapia, entre otros”, subrayan los empresarios.
Sin salida
Bermejo apunta que hay casos en los que no hay más remedio. “Si una familia vive una situación imposible y justo les llaman porque obtienen una plaza de respiro o estaban en lista de espera, si es una situación de emergencia y de gravedad, entiendo que hay que hacerlo. Otra cosa es programarlo para ese momento, porque las vacaciones son un buen momento para que los hijos y los nietos se vayan tranquilitos y disfruten de tiempo juntos. Y peor es decirle que es para verano y luego se quede allí, en el fondo le has mentido, no has hecho una adaptación.
Por su parte la patronal defiende que “este tipo de estancias pueden servir como una primera toma de contacto con el entorno residencial, ayudando a las familias y a las propias personas mayores a conocer cómo funcionan estos centros, a descubrir cómo los cuidados especializados pueden mejorar su calidad de vida y a la toma de decisiones. Las personas mayores que acceden a una estancia temporal también encuentran en las residencias una vía para combatir la soledad no deseada, especialmente intensa en verano por la alteración de rutinas y la ausencia de familiares en muchas ocasiones. El entorno residencial favorece la socialización, el acompañamiento, la estimulación y el bienestar emocional”, señalan.
¿Cómo habría que hacerlo bien?
Lourdes Bermejo explica que es muy importante hacer bien el tránsito entre la vida en casa y la vida en una residencia. “Lo primero es que la persona tenga la información, que la persona, si tiene capacidad cognitiva para entenderlo, tiene que estar informada de adónde va a ir y por qué va a ir allí, que va a estar mejor cuidado, que su familiar ya no puede, que necesita... hay que explicárselo, porque tenemos ese derecho a estar informados. Hay que informarla poco a poco. Si ya lo estás planificando un mes antes, no se lo digas el día anterior. Busca el momento oportuno para hablarlo con tiempo. Y si fuera posible, pasar primero por el centro de día unas horas. Primero vas por la mañana, luego ya te quedas a comer y luego ya, cuando han pasado una serie de días que tú ya conoces, entonces ya te quedas por la tarde y el último tramo ya te quedas a dormir. Ahí sí que ha habido una transición y se adquiere una costumbre.
Y mantener el contacto con la familia. Vives aquí, pero yo que soy tu mujer o yo que soy tu hija y si antes iba a ver todos los días, pues ahora te sigo viendo a ver todos los días. En vez de ir a tu casa, pues vas a la residencia".
Acertar con la elección
Vale, he decidido probar, pero ¿en qué debo fijarme para acertar con la elección de la residencia? La gerontóloga afirma que la accesibilidad al centro por parte de familiares y amigos es esencial. “Si la mejor residencia del mundo no está bien conectada con la red de transportes, o está muy lejos de los familiares, para mí esa residencia está descartada, aunque sea buenísima. La familia tiene que estar comprometida en acompañar a la persona, yo entiendo que somos familia en el concepto de acompañar al otro en su vida, aunque lo cuiden en un centro”.
Aspectos a valorar
A la hora de elegir el centro adecuado hay que fijarse en otras cosas. Bermejo opina que “los horarios de visitas son importantes, porque te permitir una flexibilidad para ir a verle y, sobre todo, que, si un horario de visitas es abierto y la movilidad dentro del centro también, implica que la organización es transparente. Otra pregunta que siempre hago es si el personal siempre es el mismo o si va cambiando. La estabilidad del personal en los cuidados da seguridad, tranquilidad y calidad. Y también si tienen un programa de actividades para todos los residentes y adaptados a sus condiciones, por ejemplo, a distintos grados de demencia y movilidad. Y luego me fijo mucho en la cara del personal, en si el personal está sonriente y saluda a las personas, en si están a gusto.
Cuando es el momento ideal
Otra decisión difícil es la saber cuándo es momento de pedir ayuda, cuando ya no puedes seguir cuidando a tu familiar, en su casa o en la tuya. “El indicador principal -explica la experta- es cuando el cuidador, que lleva años dedicado a que su familiar viva lo mejor posible, empieza a notar que está hasta harto. Cuando el cariño, la paciencia el buen humor, la empatía, el compromiso con que has estado cuidando se cambian por enfados, gritos, malas contestaciones y mal humor constante, entonces es que ya no puedes más, independientemente de los cuidados que sean físicos o psicológicos, es el momento de pedir ayuda. Esto no significa que tu familiar tenga que ir a una residencia, hay que ver todos los recursos que tiene esa persona y los que, a lo mejor, no ha utilizado hasta este momento”, concluye Bermejo.


