Alfredo Corell, inmunólogo, sobre por qué te afecta a la garganta el aire acondicionado del coche: "El frío no enferma"

"En verano tenemos menos papeletas de contagiarnos. Pero eso no quiere decir que estemos exentos" afirma el Dr. Corell
Cómo evitar los resfriados de verano, según uno de los mayores inmunólogos del mundo: “Los virus no se van de vacaciones”
Aunque los termómetros rebasen los 35 grados y la lógica nos lleve a creer que los resfriados son cosa del invierno, cada verano millones de españoles experimentan ese típico picor de garganta, la voz tomada o incluso congestión tras pasar horas en un coche climatizado. Lejos del mito del "frío que enferma", lo que realmente ocurre tiene más que ver con biología, física ambiental y hábitos mecánicos de conducción. Así lo explica el inmunólogo Alfredo Corell, autor de “Inmunidad en forma”, catedrático de la Universidad de Valladolid y uno de los mayores divulgadores en materia de salud pública en España.
“Los virus respiratorios están activos todo el año, aunque sean más frecuentes en invierno. Lo que pasa es que en verano, por cómo vivimos, tenemos menos papeletas de contagiarnos. Pero eso no quiere decir que estemos exentos”, apunta Corell. Y esa falsa sensación de inmunidad estival es uno de los grandes errores: “Lo que cambia no es tanto nuestro sistema inmunitario, sino el entorno en el que nos movemos”.
El frío no enferma: lo hacen los filtros sucios y el aire seco
El problema, subraya Corell, no es el aire frío en sí, sino la combinación de factores invisibles que lo acompañan: polvo, microorganismos y una sequedad extrema que mina las defensas naturales de las mucosas. “Si los filtros del aire acondicionado no están limpios, estamos moviendo los bichos. Así de claro. Y eso ocurre tanto en casas como en coches o incluso hospitales”, afirma el experto, recordando que ha habido brotes de Legionella por este motivo.
Ese aire seco reseca las vías respiratorias y altera el mecanismo de defensa que tenemos en garganta y fosas nasales, provocando irritación, carraspeo, tos seca o afonía. La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello ha advertido en múltiples ocasiones que cuando la humedad ambiental cae por debajo del 30%, algo que resulta frecuente con el aire acondicionado en espacios pequeños como un coche, se reduce la eficacia del epitelio ciliar, que es el primer escudo de nuestras defensas frente a virus y bacterias.
Por ello, el consejo unánime tanto de médicos, como de expertos, es evitar el uso del aire acondicionado del coche en modo de recirculación constante y mantener los sistemas de filtrado bien revisados. También ayuda colocar pequeños humidificadores portátiles o mantener una botella de agua a mano para contrarrestar la sequedad respiratoria.
Oscilaciones térmicas, envejecimiento inmunológico y falsas creencias
Pero hay otro factor más difícil de detectar: el contraste térmico. Pasar bruscamente de un ambiente a 39°C a otro a 21°C no solo genera incomodidad, sino una respuesta fisiológica que, en palabras del doctor Corell, “no es inmunitaria, sino general”. El cuerpo humano, al igual que cualquier sistema biológico, necesita amortiguar los cambios. Cuando esa transición es abrupta, por ejemplo, al entrar en un coche tras una caminata bajo el sol, se produce una constricción de las vías respiratorias que, en personas con alergias, asma o mayor edad, puede tener consecuencias notables.
Además, el aire frío y seco, al incidir directamente sobre la nariz, garganta o tráquea, reseca rápidamente las mucosas que protegen esas zonas. Esto debilita la primera barrera natural del sistema respiratorio frente a virus, bacterias y contaminantes. Según explica el inmunólogo Alfredo Corell, esta sequedad no solo provoca carraspeo o dolor de garganta, sino que también puede aumentar la susceptibilidad a infecciones respiratorias leves. Además, esta costumbre puede provocar contracturas musculares involuntarias. Ocurren por el citado contraste térmico brusco provoca una vasoconstricción y una contracción refleja de los músculos para mantener el calor. Es una respuesta defensiva del cuerpo, pero si se mantiene durante varias horas, puede terminar en dolor cervical, dorsal o incluso cefaleas tensionales.

Cómo protegerte: recomendaciones reales con respaldo científico
Entonces, ¿cómo prevenir que el aire acondicionado del coche nos provoque molestias veraniegas? La respuesta no pasa por eliminarlo, sería absurdo, sino por usarlo con inteligencia térmica y sentido médico:
- Temperatura moderada: entre 23 y 26 °C, tanto por salud como por eficiencia energética. Bajar más allá de esos rangos implica un shock térmico innecesario y poco sostenible.
- Evitar recirculación cerrada: es preferible renovar el aire de forma periódica abriendo ligeramente las ventanillas o combinando la entrada exterior con una ventilación suave.
- Mantenimiento riguroso: revisar filtros del habitáculo al menos una vez al año y asegurarse de que no acumulan partículas contaminantes o humedad persistente.
- Hidratación constante: beber agua cada 20 o 30 minutos durante viajes largos y evitar bebidas azucaradas o con cafeína, que contribuyen a la deshidratación.
- No orientar el aire directamente hacia el rostro: las boquillas deben orientarse al parabrisas o a los laterales, nunca hacia la cara o el pecho.
Corell, además, recuerda que “la mejor inmunidad nace de un estilo de vida sano, no de soluciones milagrosas”. Y ese estilo de vida incluye dormir bien, comer con equilibrio, practicar ejercicio moderado y, sí, disfrutar del verano con sensatez.
“Estar en la playa, compartir momentos con familia o amigos, exponerse moderadamente al sol… Todo eso también fortalece las defensas. Porque el sistema inmunológico no está aislado, responde a todo lo que somos: física, emocional y socialmente”.

