El alzhéimer podría empezar en las encías, según un estudio
Cerca de 950.000 personas viven con esta enfermedad en nuestro país
Diez nuevos síntomas que pueden predecir el Alzheimer que no eran tenidos antes en cuenta
Durante décadas, el alzhéimer ha sido una de las enfermedades más desconcertantes y devastadoras del siglo XXI. Sin cura conocida y con causas que aún se debaten, cada hallazgo que arroja algo de luz sobre su origen es una pieza vital en un puzle que necesita una solución casi contrarreloj. Ahora, una corriente creciente de estudios científicos sugiere que la boca, y más, concretamente las encías y las bacterias que habitan en ellas, podría tener un papel insospechado en el desarrollo de esta dolencia neurodegenerativa. La hipótesis no es menor: el alzhéimer podría comenzar en la cavidad oral, mucho antes de que se manifiesten los olvidos y el deterioro cognitivo.
Un culpable con nombre y apellidos: Porphyromonas gingivalis
La sospecha tomó cuerpo con un estudio publicado en Science Advances en 2019, liderado por el neurólogo Stephen Dominy y el equipo de investigación de Cortexyme. Los científicos hallaron que los cerebros de pacientes fallecidos con alzhéimer contenían ADN de Porphyromonas gingivalis, una de las bacterias más agresivas implicadas en la periodontitis, así como gingipaínas, unas enzimas tóxicas que esta bacteria libera y que pueden dañar irreversiblemente las neuronas.
Pero el vínculo va más allá de esa simple presencia bacteriana. El mismo estudio también demostró que los niveles de gingipaínas estaban correlacionados con el grado de deterioro cognitivo, y que los modelos animales infectados con esta bacteria desarrollaban placas de beta-amiloide, uno de los signos patológicos más característicos del alzhéimer.
El siguiente paso a determinar en este pequeño puzle estaba claro. La pregunta a responder era ¿Cómo podría una bacteria alojada en la boca llegar al cerebro? El Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial (NIDCR) de EE. UU. ha documentado rutas plausibles. Una de ellas es el nervio trigémino, una vía directa entre la cavidad oral y el sistema nervioso central. En palabras del organismo: “Los patógenos orales pueden migrar al cerebro a través de las vías del nervio trigémino, donde pueden desencadenar neuroinflamación”.
