Bienestar

Aún no eres viejo si tienes 73 años, según la OMS

La edad no está solo en el DNI. GETTY IMAGES
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¿Cuándo empieza realmente la vejez? Durante décadas, las instituciones han establecido umbrales aparentemente arbitrarios para delimitar lo que entendemos como “persona mayor”

En este sentido es importante saber que la clasificación de la vejez ha variado con el tiempo y según la entidad que la defina. La Organización Mundial de la Salud plantea que la tercera edad comienza a los 60 años, aunque algunos informes institucionales, como los del Consejo de Europa, extienden la edad activa hasta los 74 años, considerando “anciano” a partir de los 75. En esta línea, algunos documentos técnicos de la OMS también consideran a las personas entre los 60 y 74 años como ‘edad madura tardía’, y solo a partir de los 75 como ancianos propiamente dichos.

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En otras palabras, si tienes 73 años, aún formarías parte de una franja considerada funcionalmente activa y no necesariamente envejecida desde el punto de vista médico, fisiológico, ni social.

El envejecimiento no es lineal: tiene picos

El estudio, llevado a cabo por investigadores de Stanford, analizó muestras de sangre de 108 personas sanas de entre 25 y 75 años. A través de un mapeo de más de 3.000 proteínas plasmáticas, los científicos identificaron dos grandes picos en los que el organismo sufre una aceleración en los procesos de envejecimiento: a los 44, 60 años.

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Estos cambios no siguen una progresión continua, como hasta ahora se asumía, sino que se producen en oleadas. “Lo interesante es que esos picos afectan a múltiples sistemas del organismo a la vez”, explica Tony Wyss-Coray, uno de los autores del estudio.

De esta manera a los 44 años, el cuerpo comienza a mostrar alteraciones sutiles en el metabolismo, especialmente en proteínas vinculadas al estrés oxidativo, el metabolismo de lípidos y los radicales libres. A los 60 años, las transformaciones se intensifican: se ven comprometidas funciones clave como la inmunidad, la regulación de azúcares y la función renal.

Además, los investigadores identificaron también un patrón emergente a los 78 años, aunque el rango limitado de participantes mayores impidió confirmarlo con plena certeza. Aun así, la conclusión es clara: las verdaderas “crisis biológicas” del envejecimiento suelen producirse antes de los 70, lo que echa por tierra la idea de que los 65 marcan el comienzo ineludible de la vejez fisiológica.

Factores que aceleran el envejecimiento

Es importante ser conscientes de que la edad cronológica no lo es todo. La exposición constante al sol sin protección, una dieta pobre en nutrientes, el estrés crónico o la falta de sueño pueden acelerar la aparición de signos de envejecimiento. El estrés oxidativo es un proceso clave: los radicales libres, generados por contaminantes o malos hábitos, dañan células y tejidos. Una dieta rica en antioxidantes como vitamina C, E y polifenoles puede contrarrestar estos efectos.

Además, la hidratación es un factor decisivo. La pérdida progresiva de agua corporal con la edad reduce la capacidad de regulación térmica, digestiva y cognitiva. Beber al menos siete vasos de agua al día puede marcar la diferencia en la salud celular y la apariencia externa.

Más allá de lo genético, la longevidad saludable se construye desde los hábitos. Los expertos recomiendan una dieta equilibrada, ejercicio moderado y contacto social frecuente. El ejercicio físico, especialmente el de fuerza y resistencia, contribuye a mantener masa muscular, equilibrio y autonomía. En cuanto al sueño, mantener una rutina regular y limitar la exposición a pantallas antes de dormir mejora la calidad del descanso, fundamental para la reparación celular.

Por otro lado, distintos estudios de Harvard sugieren que quienes se mantienen intelectualmente activos, ya sea a través de la lectura, aprendizaje de nuevas habilidades o interacción social, presentan un deterioro cognitivo más lento.

Un nuevo paradigma del envejecimiento

Con estos nuevos datos, parece claro que el concepto de “vejez” está siendo reformulado. A los 73 años, muchas personas no solo conservan autonomía plena, sino que incluso siguen activas laboral o creativamente. Según los investigadores de Stanford, comprender los picos biológicos del envejecimiento puede abrir la puerta a diagnósticos y tratamientos más personalizados para ralentizar el declive físico o cognitivo.

En definitiva, aún no eres viejo si tienes 73 años. Ni la biología, ni la OMS, ni la evidencia científica actual respaldan una visión determinista de la edad. Lo que cuenta, más que el número en el DNI, son los hábitos, el contexto y el enfoque vital de cada persona.

El estudio también aporta una mirada más optimista sobre el envejecimiento. Vivimos más que nunca, pero también queremos vivir mejor. Este enfoque, basado en biomarcadores y análisis de proteínas, propone un modelo en el que el envejecimiento no es una cuesta abajo constante e imparable, sino un camino con tramos intensos, seguidos de llanuras más estables.