Cansancio o pérdida de peso: hay cinco síntomas físicos que alertan de que corres peligro de demencia
Un estudio de la Universidad de Zhengzhou, China, apunta a que un síntoma concreto puede ser causa y no solo aviso de demencia
El trabajo incluyó a 489.573 personas, con una media de edad de 57 años
La demencia es un trastorno que afecta a millones de personas en todo el planeta y que continúa siendo difícil de detectar en sus primeras fases. Con frecuencia, los signos iniciales pasan desapercibidos, retrasando el diagnóstico y la intervención temprana, lo que limita las posibilidades de frenar su avance.
Por este motivo, la investigación se enfoca en seguir buscando señales tempranas en el cuerpo y en el día a día que permita reconocer a tiempo a aquellos que pueden estar en riesgo de desarrollar la enfermedad, ofreciendo una oportunidad vital para proteger la salud cerebral antes de que sea tarde. La detección precoz es importante para mejorar la calidad de vida de los pacientes y de sus familias, además de facilitar estrategias preventivas que pueden marcar la diferencia.
Un gran estudio en China revela nuevas pistas
Un estudio de la Universidad de Zhengzhou, China, plasmado en "Neurology", la revista médica de la Academia Americana de Neurología, señala que la fragilidad física podría favorecer el desarrollo de la demencia.
"Sabíamos que la fragilidad se asocia con un mayor riesgo de demencia, pero nuestro estudio proporciona evidencia de que podría ser una causa real de demencia", explica el doctor Yacong Bo, autor principal de la investigación.
"Por otro lado, a pesar de esta nueva evidencia, no podemos descartar la posibilidad de que la fragilidad sea un indicador de los cambios tempranos en el proceso de la enfermedad", añaden los responsables del estudio.
Riesgo de demencia según los niveles de fragilidad
El trabajo contó con 489.573 personas, con una media de edad de 57 años, con un seguimiento de 14 años. Se analizaron signos asociados a la fragilidad, entendida como un estado de mayor vulnerabilidad física y menor reserva funcional, que aumenta el riesgo de caídas, hospitalizaciones o mortalidad frente a factores de estrés que otras personas toleran sin problemas.
La fragilidad se describe por la presencia de tres o más de cinco síntomas: cansancio frecuente, poca o nula actividad física, marcha lenta, debilidad en el agarre y pérdida involuntaria de peso.
El 4,6% de los participantes presentaba fragilidad (tres o más síntomas), el 43,9% tenía uno o dos signos (prefragilidad) y el 51,5% no mostraba ninguno. Durante el seguimiento, 8.900 personas desarrollaron demencia. Entre quienes eran frágiles, el 4,6% la desarrolló, frente a los 2,2% de los prefragiles y el 1,3% de quienes no mostraban signos.
Tras ajustar por edad, educación o actividad física, los investigadores hallaron que quienes cumplían la definición de fragilidad tenía casi tres veces más probabilidades de sufrir demencia que quienes no mostraban síntomas. Los clasificados como prefrágiles tenían un 50% más de riesgo.
Además, las personas con fragilidad y genes relacionados con la demencia tenían casi cuatro veces más probabilidades de padecerla que quienes no presentaban fragilidad ni predisposición genética. "Estos hallazgos refuerzan la importancia de identificar y gestionar la fragilidad como estrategia para prevenir la demencia", destacan los autores.
Biomarcadores y cambios cerebrales asociados
Los datos también mostraron que es poco probable que la demencia aumente el riesgo de fragilidad. Al estudiar imágenes cerebrales y biomarcadores biológicos, los científicos hallaron que quienes presentaban fragilidad tenían más probabilidades de mostrar cambios en la estructura cerebral vinculados a la demencia.
"Estos biomarcadores pueden ser un mecanismo subyacente a la vía que va de la fragilidad a la demencia", apunta Bo.
Entre las limitaciones del estudio, los autores señalan que cuatro de los cinco síntomas de fragilidad fueron autoinformados, por lo que la información podría no ser completamente precisa.