El deterioro cognitivo es el mayor temor de los españoles al envejecer, según un estudio

Un estudio revela que el 70% de los españoles prioriza el riesgo de deterioro mental al envejecer
Los rasgos de la personalidad que te protegen del deterioro cognitivo
Cuando pensamos en envejecer, lo que seguramente nos venga a la mente sea la aparición de arrugas, movilidad reducida o tener menos energía. Sin embargo, para muchos españoles el verdadero foco de preocupación es otro, la mente. Según el estudio Bienvejecer, “siete de cada diez españoles reconocen que el deterioro cognitivo es su principal miedo frente al paso del tiempo”. Esta cifra deja claro que lo que más inquieta ya no es tanto la apariencia física, sino la pérdida de lucidez.
El informe, realizado por Alpha Research y Burson para ASISA con una muestra de 2.000 personas de entre 30 y 50 años, revela que solo el 15% de los encuestados se preocupan más por los signos físicos del envejecimiento, mientras que el 70% prioriza el riesgo de deterioro mental. Junto a esa marcada diferencia, el mismo estudio subraya que el 95% asegura que su prioridad personal es la salud y el bienestar, frente a un 5% que concede mayor valor a la estética.
¿Por qué este miedo ha ganado relevancia?
Este cambio de paradigma se apoya en múltiples factores. Por un lado en el incremento de la esperanza de vida, la creciente visibilidad de enfermedades neurodegenerativas y una mayor conciencia de que el cerebro, al igual que el cuerpo, también se resiente con el tiempo. Un informe de la Fundación de Ciencias de la Salud señala que en España “actualmente la cifra de personas que padecen algún tipo de demencia o deterioro cognitivo es de más de 800.000, y podría duplicarse hacia 2050”. Esta proyección convierte este miedo individual en un reto social.
Asimismo, la prevalencia de deterioro cognitivo en edades avanzadas acaba dando la razón a los que temen este problema, ya que un 45,3% de los mayores de 85 años presentan esta condición. Todo ello añade una capa tangible al miedo: no es solo una cuestión hipotética, sino que son muchas las personas que conocen a alguien que ya lo experimenta.
Los matices del estudio
El análisis del estudio “Bienvejecer” detecta diferencias según género y región. En comunidades como Castilla‑La Mancha el porcentaje de preocupación por la mente alcanza el 78%, y en Aragón el 75%. Por otro lado, la preocupación por la estética es relativamente más alta en Cantabria y Baleares, aproximándose al 20%. En cuanto al género, las mujeres muestran mayor inquietud general: un 76% de ellas manifiestan su temor frente al envejecimiento, frente al 66% de los hombres.
Este temor no se queda en palabras: la mayoría de los encuestados reconoce haber cambiado hábitos. El 54% afirma haber incrementado su actividad física y el 52 % mejorado la alimentación, motivados por la prevención más que por una alerta médica específica (63%).

De esta forma, que el miedo al deterioro cognitivo supere al temor al envejecimiento físico habla de una transformación social. Porque perder movilidad o ver reflejado el paso del tiempo en la cara puede algo ser visible y aceptado, pero perder la mente implica perder autonomía, identidad y control. Como advierte el estudio, “el bienestar mental es un pilar del envejecimiento saludable”. Y esa prioridad se traduce en acción.
La implicación es doble. Por un lado, a nivel individual, se deben reforzar los hábitos de salud cerebral. Por otra parte, a nivel colectivo, surgen demandas de mayor cobertura, diagnóstico precoz y recursos de atención. Por ejemplo, el 70% de la población española considera que la sanidad pública no está preparada para tratar el Alzheimer, lo que añade preocupación al temor subyacente.
¿Qué hacer frente a este miedo?
La buena noticia es que no todo está predeterminado. Diversos estudios muestran que alrededor de un 40% de los casos de deterioro cognitivo podrían prevenirse actuando sobre factores como el ejercicio físico, la alimentación, el control de la hipertensión o el aislamiento social. Este hallazgo supone que el miedo puede convertirse en impulso para vivir de un modo que favorezca la salud cerebral.
De hecho, vivir con una actitud activa, como reconocen ya que practican más del 90% de los encuestados, se vincula con un envejecimiento con mayor autonomía.
En definitiva, cuando los españoles miran el futuro y temen envejecer, lo que más inquieta no es cuánto se arruga el rostro, sino si conservarán la mente. Ese 70% que señala el estudio “Bienvejecer” no lo hace por alarma gratuita, sino por reconocimiento de un riesgo que, ahora, entra cada vez más en la conversación pública. Y en esa conversación radica también la esperanza de que la prevención y el autocuidado ganen terreno a la resignación.

