Salud y Bienestar

Isabel Viña Bas, doctora especialista en hormonas: “Sin cortisol no sobreviviríamos ni 24 horas”

Isabel Viña Bas, autora del libro 'Pon tus hormonas a funcionar'. (Uppers)
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Madrid“En términos de salud, como pasa en muchos otros ámbitos, parece que lo que no se ve, no existe”. La doctora Isabel Viña Bas está especializada en hormonas, “las mensajeras químicas de nuestro cuerpo”. A ellas les dedica el podcast ’Tus amigas las hormonas’ y también el libro ‘Pon tus hormonas a funcionar’ (Grijalbo), un auténtico manual para entender cómo funcionan “las jefas de la salud”. Un libro completo, pero ameno y, sobre todo, útil, sobre el que dialogamos por teléfono con su autora.

¿Por qué nos pasan tan desapercibidas las hormonas cuando son tan importantes en el funcionamiento de nuestro cuerpo?

Las hormonas no hacen ruido pero gracias a ellas tú puedes hacer todo lo que estás haciendo ahora mismo. Son la herramienta que emplean las células y órganos de nuestro cuerpo para hablar entre sí.

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El primer capítulo está dedicado a las hormonas tiroideas, ¿qué pasa cuando se desajustan?

Las hormonas tiroideas son las especializadas en darnos energía. ¿Cómo va a funcionar el folículo piloso si no tiene energía? ¿Cómo va a funcionar el intestino si no tiene energía? ¿Cómo va a funcionar el hueso si no tiene energía? Por eso, unos niveles bajos de la función tiroidea se asocian a la caída del cabello, a pérdida de masa muscular, a estreñimiento… Pero, al mismo tiempo si tú te pasas de frenada y tienes muchísima energía, terminas destrozando tu sistema.

La clave está en el equilibrio, ¿entonces?

Eso trato de transmitir a lo largo del libro. Lo importante de las hormonas, no solo las tiroideas, es que estén en niveles equilibrados. Ninguna hormona es en sí misma mala o buena, sino que es necesaria cuando está en los niveles adecuados. 

Con la insulina pasa algo curioso, porque en el libro se explica que lo importante es favorecer nuestra sensibilización a ella…

Sí, efectivamente, porque es la hormona que se encarga de dominar sobre todo el uso de macronutrientes. ¿Y cómo podemos ser más sensibles a esta hormona que es fundamental para el metabolismo de grasas, proteínas, azúcar…? Pues comiendo fibra y evitando todo todo aquello que nos crea una inflamación crónica de bajo grado, como pueden ser las grasas de baja calidad, los azúcares refinados y el alcohol.

El capítulo del cortisol es muy interesante porque es una hormona que está demonizada y que asociamos al estrés…

Sin cortisol no podrías vivir ni 24 horas, cosa que no pasa con ninguna otra hormona. Por lo tanto, es totalmente necesaria. El cortisol es una hormona muy curiosa, que se libera con tres picos, uno a las ocho de la mañana, otro en torno a las doce y otro en torno a las cinco de la tarde. El estrés crónico lo que hace es que ese ritmo fisiológico normal se pierda. Cuando esto sucede, estás todo el día cansado porque no tienes esos picos y por la noche no tienes la bajada suficiente que te permite relajarte y dormir. 

¿Cuál es la mejor estrategia para combatir este estrés crónico y regular el cortisol?

Hacer ejercicio físico es fundamental: es una de las mejores estrategias para recuperar el ritmo del cortisol. Es recomendable hacer ejercicio de fuerza en torno a mediodía o por la tarde y por la noche, dar un paseo tranquilo. También ayuda evitar cualquier fuente de luz azul dos horas antes de ir a dormir. 

En el libro también mencionas ciertos adaptógenos que ayudan a regular ese ritmo normal de cortisol, ¿cómo podemos incorporarlos a nuestro cuerpo?

No podemos encontrarlos en los alimentos, pero sí a través de suplementos. Están la rhodiola, la ashgawanda, el hongo reishi… Si hacemos ejercicio y los incorporamos estaremos planteando una estrategia integral que nos puede ayudar.

Otro de los capítulos está dedicado a la testosterona, que siempre asociamos al universo masculino, pero dejas claro que tiene importancia tanto en el caso de hombres como de mujeres…

La testosterona regula muchísimos aspectos: el estado de ánimo, la quema de grasas, la síntesis de músculo, la memoria, el estado de ánimo, el control de la tensión arterial, la producción de glóbulos rojos... 

Con la edad, ¿se va ralentizando la función hormonal?

Sucede y es algo que no se puede detener, pero sí ralentizar. Nuestra labor es intentar combatir esa decadencia fisiológica y normal de las hormonas intentando adoptar un estilo de vida saludable e introduciendo complementos. El objetivo tiene que ser no perder nuestra energía.

¿Hay algunas hormonas que sufran más la disminución que otras con el paso de los años? 

Sí, las hormonas tiroideas, los estrógenos, la testosterona, la vitamina D…

Precisamente el caso de la vitamina D es particular, ¿verdad? Porque no es una hormona realmente. Es, como la defines, una “cuasihormona”

No es una hormona en sí porque parte de sus precursores vienen del sol, pero por lo demás seria prácticamente una hormona. El problema con la vitamina D es que la gran mayoría de la población tiene deficiencia de ella. Hay factores que influyen, como el daño en la capa de ozono; la edad, que hace que la conversión de vitamina D no sea más adecuada; o los disruptores hormonales. 

Has mencionado antes los disruptores hormonales, que calificas en el libro como “enemigos silenciosos” de las hormonas, desde los microplásticos a los bisfenoles, pasando por los parabenos. ¿Hay alguna manera de evitarlos? 

Hay más de 200, por lo que ni aunque te fueras a vivir a Groenlandia podrías evitarlos. Pero sí podemos intentar disminuir nuestra exposición a ellos. Todo lo que se pueda reducir será bienvenido y tu cuerpo te lo va a agradecer. 

¿Cuál sería, a modo de resumen, una ‘receta’ general para cuidar nuestra salud hormonal?

Diría que lo más importante, desde luego, es hacer ejercicio para tener músculo. En eso influye la alimentación por lo que conviene incluir en la dieta bastante fibra y proteínas. Y, finalmente, rodearte de gente que te sume. En el caso de las personas mayores, sería la misma fórmula, pero adaptada. No vamos a pedir al grueso de los mayores de 60 que hagan ‘crossfit’ pero sí pueden hacer trabajo de fuerza. No hay que infantilizar ni tratar con fragilidad a nadie, porque así lo único que hacemos es retroalimentar clichés negativos. Una persona de 70 años puede hacer deporte perfectamente y, sí lo hace, es seguro que le quedan 20 años con calidad de vida por delante.