Entrevistas

Dr. Alexandre Olmos, referente en medicina epigenética y longevidad: "No somos esclavos del ADN que heredamos"

Dr. Alexandre Olmos.
Dr. Alexandre Olmos.. Editorial Grou
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¿Son nuestros genes un destino inamovible? ¿Estamos predestinados desde nuestro nacimiento a repetir los mismos patrones que nuestros padres y abuelos? Durante décadas, la idea de que nacemos con un destino genético era predominante tanto en el ambiente científico como en la vida cotidiana. Nuestros genes eran vistos como un código inmutable que definía quiénes éramos y quiénes llegaríamos a ser, sin posibilidad de alterarlo. Sin embargo, los últimos avances científicos relacionados con el ADN y la epigenética han demostrado que esta visión puede no ser la más acertada. La epigenética ha demostrado que existen factores externos, como la alimentación, el estrés o el ambiente, que influyen en la forma en que nuestros genes se activan o se desactivan. Es decir, nos da el poder de decidir, cambiar y mejorar nuestro futuro. Así lo explica en 'En Activa tus genes' (editorial GROU), el Dr. Alexandre Olmos, referente en medicina epigenética y longevidad.

Pregunta: ¿Qué es la epigenética? ¿Por qué se está hablando ahora de ella?

Respuesta: La epigenética es la ciencia que estudia cómo los factores externos —como la alimentación, el ejercicio, el sueño o incluso las emociones— pueden activar o silenciar determinados genes sin cambiar el ADN en sí. Estamos hablando mucho de ella ahora porque por fin entendemos que nuestros hábitos diarios tienen un impacto directo en cómo se expresan nuestros genes. Es decir, no somos esclavos del ADN que heredamos, sino que tenemos la capacidad de “encender” o “apagar” los genes que favorecen la salud o la enfermedad.

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P: ¿Cómo es una rutina epigenética?

R: Una rutina epigenética es aquella que potencia los estímulos que activan genes de reparación, regeneración y longevidad. Incluye hábitos muy concretos como, por ejemplo, dormir bien y respetar los ritmos circadianos, realizar ejercicio regular, especialmente el entrenamiento de fuerza y el de alta intensidad, comer de forma antiinflamatoria, priorizando vegetales, proteínas limpias y ayunos estratégicos, cuidar la microbiota intestinal, gestionar el estrés y favorecer la calma mental, exponerse al sol y a entornos naturales... En resumen: vivir de una manera que le guste a nuestro ADN.

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P: Dices que no somos víctimas de nuestro ADN… ¿Debemos cuidarnos más con esa memoria en nuestro ADN o, por mucho que lo hagamos, no cambiaremos lo que está en nuestros genes?

R: Sí, nuestros genes influyen, pero no determinan nuestro destino. Lo que heredamos es una predisposición, no una sentencia. La buena noticia es que podemos modular la expresión de esos genes a través de nuestros hábitos. Si en tu familia hay obesidad o diabetes, no estás condenado: si comes bien, haces ejercicio, duermes y gestionas el estrés, probablemente esos genes nunca se activen. En cambio, si reproduces el mismo entorno y los mismos hábitos que favorecieron la enfermedad, entonces sí puedes “despertar” esa información genética.

P: ¿Cómo puede ser determinante la epigenética en la longevidad?

R: Porque envejecer no es solo cuestión de tiempo, sino de expresión genética. La epigenética regula los genes que reparan el ADN, los que controlan la inflamación y los que protegen nuestras mitocondrias. Cuando mantenemos hábitos saludables, estos genes se expresan correctamente, y eso ralentiza el envejecimiento biológico, es decir, la edad real de nuestras células. De hecho, hoy podemos medirlo con relojes epigenéticos, que nos dicen si estamos envejeciendo más rápido o más lento que nuestra edad cronológica.

"Sin una base de buenos hábitos —alimentación, sueño, ejercicio, equilibrio mental—, ningún fármaco va a frenar el envejecimiento"

P: Estamos viendo en los últimos años a personas famosas seguir tratamientos farmacológicos para retrasar el envejecimiento. ¿Son efectivos?

R: Algunos tienen una base científica, como la metformina, los activadores de AMPK o los suplementos con NAD+, pero no son la clave por sí solos. Sin una base de buenos hábitos —alimentación, sueño, ejercicio, equilibrio mental—, ningún fármaco va a frenar el envejecimiento. La verdadera longevidad se construye desde el estilo de vida. Los tratamientos pueden ser un complemento, pero nunca un sustituto.

P: ¿Qué es lo que más nos envejece?

R: No hay un único responsable del envejecimiento, sino un conjunto de factores que actúan en sinergia. La inflamación crónica de bajo grado crea un terreno propicio para la resistencia a la insulina, el estrés oxidativo y el desequilibrio hormonal. A esto se suman el estrés emocional mantenido, la falta de descanso reparador, la mala alimentación y el sedentarismo, que perpetúan ese círculo vicioso a nivel celular. En definitiva, envejecemos más rápido cuando nuestro estilo de vida mantiene encendidos múltiples “focos” de desregulación, en lugar de permitir que el cuerpo recupere su equilibrio natural.

P: ¿Cómo intervienen las emociones o lo que vivimos en nuestra genética?

R: Cada emoción genera señales químicas que influyen en la expresión de nuestros genes. El miedo, la culpa o la tristeza sostenidos activan vías inflamatorias y de estrés, mientras que la gratitud, la conexión social y la calma estimulan genes asociados a la reparación y la inmunidad. Esto es lo que llamamos epigenética emocional: cómo nuestra mente puede literalmente cambiar nuestra biología.

P: Comentas en el libro que mantenerse en estado de alarma perpetuo afecta al ADN. ¿Qué le ocurre al cuerpo?

R: Cuando vivimos en alerta constante —por estrés laboral, falta de descanso o miedo—, el cuerpo libera continuamente cortisol y adrenalina. A corto plazo, nos mantiene activos, pero si se prolonga, se desregulan los sistemas inmunitario, hormonal y digestivo, se daña el ADN y se “apaguen” genes protectores. Es como tener el acelerador pisado todo el tiempo: al principio aguantas, pero acabas desgastando el motor.

"La depresión acelera el envejecimiento celular porque aumenta la inflamación sistémica y acorta los telómeros, que son los protectores del ADN".

P: ¿Cómo afecta la depresión al envejecimiento?

R: La depresión acelera el envejecimiento celular porque aumenta la inflamación sistémica y acorta los telómeros, que son los protectores del ADN. No se elige tener depresión, pero sí se puede cuidar el entorno biológico y emocional para favorecer la recuperación: buena alimentación, contacto social, exposición al sol, ejercicio y terapia. Todo eso tiene un impacto epigenético real en el cerebro y en la expresión de genes relacionados con la neuroplasticidad.

P: ¿Qué hábitos dirías que favorecen nuestra epigenética? ¿Cuáles son tus básicos?

Mis básicos son:

  • Dormir bien (sin eso no hay reparación ni longevidad).
  • Entrenar fuerza y moverse cada día.
  • Comer real y variado, con ayunos intermitentes según el contexto.
  • Cuidar la microbiota intestinal.
  • Regular el estrés y cultivar la calma.
  • Conectarme con la luz natural y la naturaleza.

Y, sobre todo, tener un propósito vital. La ciencia lo confirma: las personas que viven con propósito activan genes de resiliencia y viven más años, con más salud.