Ha llegado junio y, con él, la época de exámenes finales. Sobre todo aquellos estudiantes que se preparan para entrar en la facultad sufren estos días con especial intensidad. Este año, en el que se 'celebra' la última Selectividad de la historia de la educación española, está siendo más duro que en otras ocasiones a causa de las condiciones meteorológicas. Varias provincias se encuentran en alerta por calor y, mientras tanto, miles de estudiantes intentan hacer caso omiso a las altas temperaturas y a las tentaciones de irse a la piscina y hacen lo posible por concentrarse en la biblioteca.
Durante el verano, o en estas últimas etapas de la primavera, la subida de temperaturas lleva, irremediablemente, a una reducción de la concentración. Además de que las oportunidades de ocio se multiplican y para evitarlas hacen faltan buenas dosis de fuerza de voluntad, el calor influye directamente en el rendimiento de nuestro cuerpo. El cansancio 'crónico' y la somnolencia son una constante en la vida del estudiante durante el verano.
Aparte de los efectos fisiológicos del calor en nuestro organismos, psicológicamente también influye negativamente: la incomodidad que nos producen las altas temperaturas puede acabar provocando ansiedad, sensación muy poco recomendable para las largas jornadas de estudio.
Sin embargo, existen maneras de pasar por esta situación de la manera más agradable posible y con grandes posiblidades de éxito: