Qué es la agrafobia y cómo superarla: “Me da miedo sufrir violencia sexual”

Blanca tenía 18 años cuando el chico con el que salía desde hacía semanas intentó abusar sexualmente de ella. Había bebido, apenas estaba consciente y su compañera de piso tuvo que intervenir. Después de aquello, no volvieron a verse y la joven siguió con su vida sin apenas secuelas de lo ocurrido. Ahora, tres años después, ha comenzado a experimentar un miedo atroz a que vuelva a pasar. Blanca sufre lo que se conoce como agrafobia.

“Llevo mes y medio muy mal. Voy por la calle y si noto que hay alguien detrás me pongo muy nerviosa, pero en plan a plena luz del día y por calles súper transitadas. Cuando voy en metro lo paso también fatal. Voy pendiente de todos porque me imagino que me van a tocar o algo. No puedo ni subir en ascensor con vecinos, les digo que voy por las escaleras y subo ya con ansiedad porque me imagino que me pueden asaltar. Está siendo una tortura”, relata Blanca.

El miedo a ser víctima de violencia sexual ha afectado también a su vida laboral. “Me siento muy incómoda cuando trato con hombres y estamos a solas”, confiesa.

Por otro lado, en el terreno personal siente que no puede confiar en nadie. “En marzo vino un amigo con el que tuve algo el año pasado. Estuvimos de fiesta y todo bien, y cuando fuimos a casa tuve un ataque de ansiedad. Me quedé paralizada, luego me empecé a agobiar y a sentirme con mucho mareo, ganas de vomitar y fatal. Acabé llorando sin respiración. Ahí empecé a sentirme mal. No sé por qué, porque mi amigo fue súper respetuoso, pero yo me rompí por dentro. Desde ese día no he sido capaz de poder tener nada con nadie ni quiero hacerlo”, nos explica.

¿Qué es la agrafobia?

La agrafobia es un miedo intenso a sufrir algún tipo de violencia sexual, desde acoso hasta una violación.

En consecuencia, la vida de la persona gira en torno a dicho miedo. Esto provoca secuelas que pueden ser poco graves o completamente insostenibles. Hay quienes lo pasan mal en situaciones muy concretas, por ejemplo, al caminar por calles poco transitadas, al pasar frente a un grupo de hombres, al volver a casa de noche o al usar el ascensor con un desconocido. En otros casos, la agrafobia genera una ansiedad extrema y la persona se puede llegar a aislar.

Las causas de la agrafobia: Un miedo… ¿Irracional?

La agrafobia puede surgir de dos maneras:

  • En víctimas directas de violencia sexual. Una persona que ha sufrido en algún momento acoso, abuso o una agresión sexual puede desarrollar estrés postraumático. La agrafobia se caracterizará sobre todo por miedo a que vuelva a ocurrir lo mismo, ansiedad al exponerse a recordatorios de lo ocurrido (por ejemplo, al pasar por la misma calle o al tener sexo) y pensamientos intrusivos.
  • En víctimas indirectas de violencia sexual. La agrafobia es muy habitual en personas que han sido testigo de violencia sexual por parte de una familiar, una amiga e incluso de desconocidas.

En España, casi 3 millones de mujeres han sufrido violencia sexual en algún momento de su vida según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer del Ministerio de Igualdad. Aunque la vasta mayoría son víctimas invisibles (no cuentan su historia públicamente), un pequeño porcentaje comparte su testimonio a través de redes sociales y medios de comunicación.

Es fundamental que se visibilice la violencia sexual hacia la mujer para que todos seamos conscientes de que es una realidad y no algo anecdótico. En otras palabras, la sociedad se debe sensibilizar. El problema es que uno de los efectos secundarios de esta sensibilización es la posible agrafobia.

Cuando a diario leemos historias de acoso, abuso y agresiones, inevitablemente nos empieza a preocupar que nos pueda pasar a nosotras. Esa preocupación activa conductas de prudencia: no ponerte los cascos con música si vas sola, evitar calles oscuras, cambiar de acera si ves un hombre solo, etc. Pero la línea que separa la prudencia del miedo es muy fina.

Por otro lado, cuando se visibiliza un caso de violencia sexual muchos de los mensajes que recibimos sitúan la responsabilidad en las mujeres. No se enseña a los hombres a no acosar, abusar a agredir, sino que se nos enseña a nosotras a evitar que nos pase. ¿Cómo? Poniendo en marcha esas conductas de prudencia que al principio son sutiles y razonables (no volver sola a casa de fiesta, por ejemplo), pero que con el tiempo pueden volverse extremas (no salir de casa por miedo a lo que pueda pasar).

Esto que acabamos de describir es el gran problema de la agrafobia: es un miedo racional que a veces deriva en conductas irracionales. Todos estamos de acuerdo en que no tiene sentido temer a las arañas, las alturas o los payasos, ya que es muy raro sufrir un incidente relacionado con estas fobias. Sin embargo, la violencia sexual es real, grave y frecuente.

Cómo superar la agrafobia

En casos más graves de agrafobia en los que hay ansiedad, aislamiento o pánico a la intimidad sexual es recomendable la terapia psicológica, tanto si has sido víctima de violencia sexual como si no.

Además de las medidas individuales, es necesario un cambio colectivo. Como mencionamos antes, es muy importante visibilizar la violencia sexual, pero de una forma realista y no estigmatizante. Hay que informar sin datos morbosos y, sobre todo, evitar hacer comentarios que responsabilicen a las víctimas de lo ocurrido.