¿Odias la Navidad? Recomendaciones para gestionar la tristeza o la ansiedad que producen estas fechas

  • El tener más gastos, perder el control de las rutinas o tener que socializar sin ganas genera mucha ansiedad a algunas personas

  • Mucha gente empieza a ir al psicólogo en enero y no es un propósito más, sino una reacción normal tras las navidades

  • Marina Pinilla, psicóloga, comparte diez recomendaciones para sobrellevar las fiestas de la mejor forma posible

Llega la Navidad y con ella la presión para ser felices y agradecidos. No se trata de una alegría real, sino una emoción impostada, como si fuese una máscara que debiésemos llevar adherida al rostro a toda costa para que el resto de personas no nos mirasen raro. Y aunque la gran mayoría vivimos estas fechas con estrés, nos forzamos a fingir y acabamos preguntándonos si el problema lo tenemos nosotros.

¿Por qué la Navidad nos puede hacer infelices?

No eres 'El Grinch' por detestar la Navidad. En muchos casos es una respuesta normal ante determinadas situaciones que nos generan estrés y que se hacen más palpables durante estas fechas:

1. El factor económico. En Navidad se gasta más dinero. Cenas, regalos de Reyes, amigos invisibles, ir de cañas con ese amigo que vive fuera y ha venido un par de días… Se suman un sinfín de eventos que nos hacen gastar más. Si tu situación económica es delicada, puedes sentirte desbordado y muy culpable por estar gastando más de la cuenta.

2. La presión de los exámenes. Muchos universitarios y opositores (por ejemplo, los estudiantes de la formación sanitaria especializada MIR, EIR, PIR, etc.) tienen los exámenes en enero, lo que les imposibilita descansar durante la Navidad. Deben estudiar, pero a la vez se ven presionados para pasar tiempo en familia o con amigos a los que hace tiempo que no ven. También tienen que cumplir con la obligación de estudiar mientras el resto de personas se divierten y desconectan, lo que genera incomprensión, frustración y envidia.

3. La socialización forzada. Los humanos necesitamos socializar, pero no de forma obligada, que es lo que sucede en Navidad. Tienes que ver a un montón de familiares, ir a la cena de empresa, quedar con todos los amigos que están de visita, y aunque a priori estos planes pueden resultar entretenidos, a la larga acaban agobiándonos. El descanso pasa a un segundo plano.

4. Las preguntas incómodasSi hay algo peor que una cena a la que no quieres asistir son las preguntas incómodas que surgen en ella. "¿Y cómo es que no tienes novia?", "¿Y para cuándo la boda?", "Pero tendrás que encontrar un trabajo, ¿no? No vas a estar viviendo toda la vida con tus padres". Cada comentario es un puñal que nos daña, aunque provenga de una persona que nos cae mal o cuya opinión nos da completamente igual.

5. Los propósitos inalcanzables. Todos los años nos proponemos objetivos que, en muchos casos, son poco realistas. Cuando llega diciembre los evaluamos. ¿Qué he conseguido? ¿He ido al gimnasio cinco días a la semana? ¿He superado mi adicción al móvil? ¿He leído un libro semanal? La respuesta suele ser no, lo que genera mucha culpabilidad.

Cómo gestionar la Navidad de la mejor forma posible

¿Es posible disfrutar de la Navidad? En algunos casos sí y en otros no, pero sí que podemos aprender a gestionar estas fechas de la mejor manera posible para no vernos superados por la ansiedad, la tristeza, la culpabilidad y la sensación de “no llego a todo”.

1. No desatiendas tu rutina. En Navidad comemos más ultraprocesados, bebemos más alcohol y nos acostamos más tarde. No pasa nada por disfrutar de los excesos de forma eventual, pero es importante mantener una rutina regular. Come cosas que te hagan sentir bien, bebe mucha agua e intenta dormirte todos los días a una hora parecida.

2. Habla de dinero. Nos da mucho miedo hablar de dinero o, mejor dicho, de la falta de él, pero no podemos llevar un tren de vida por encima de nuestras posibilidades sin sentirnos agobiados. Habla con tus amigos o con tu familia de tu situación. Diles que prefieres planes más asequibles (ir a restaurantes más baratos o tomar una caña en casa). No sentirán pena por ti ni te tratarán diferente. ¡Son tus seres queridos, te entenderán!

3. Haz planes que te resulten agradables. La Navidad no es solo alegría, pero tampoco es solo miseria. Hay cosas positivas. Pregúntate qué cosas pueden resultarte enriquecedoras de estas fechas y dedica tiempo a ellas. Por ejemplo, hacer regalos caseros si te gustan las manualidades o hacer la cena navideña si te gusta cocinar.

4. Crea un grupo de estudio. Si eres estudiante universitario u opositor es fundamental tener un grupo de apoyo que entienda lo que estás viviendo. Busca gente de tu carrera o que esté preparando la misma oposición a través de Internet o foros, y cread un grupo para estudiar (aunque sea a distancia) y hablar de vuestras emociones.

5. No abarques más tareas de las que puedes realizar. Comprar regalos, organizar la cena de Navidad, estudiar, quedar con amigos, ir a varias cenas, preparar un amigo invisible, arreglar el Wifi de casa de tus padres, ver al bebé de tu prima… Hay un centenar de compromisos que surgirán en Navidad. Prioriza y no realices todos.

10. Pon límites diciendo “no”. No tienes que quedar siempre que tus amigos lo hacen. Tienes derecho a descansar y pasar tiempo a solas de vez en cuando. Lo mismo se aplica con los compromisos familiares. Puedes pasar, posponerlos o directamente rechazarlos.

11. Deja de reír las gracias al pesado de tu tío. Si en las cenas familiares alguien te suelta un comentario inoportuno no te rías por compromiso. Deja de intentar quedar bien con personas que te están faltando al respeto por tu forma de vivir la vida, por tu situación personal o por tus creencias.

12. Crea tus propias tradiciones. Aunque la sociedad nos fuerce a vivir la Navidad de una forma preestablecida, está en nuestra mano pasar estas fechas como nos apetezca. Si quieres quedar con unos amigos en Nochevieja en vez de con tu familia, hazlo. Si prefieres viajar solo fuera de España y puedes permitírtelo, no lo pienses.

13. Plantéate submetas en vez de propósitosLos propósitos suelen quedarse en el aire porque son muy generales. En vez de proponerte “ser más sano” pregúntate qué podrías hacer para conseguirlo. Por ejemplo, ir todos los miércoles a la frutería del barrio y comprar cinco tipos de verduras y cinco tipos de frutas, salir a hacer una ruta todos los fines de semana, comprar una botella de agua de cristal y terminarla todos los días, etc.

14. Ponte en contacto con un psicólogo. Muchas personas se dan cuenta de que necesitan ir a terapia en enero. No se trata de un propósito más, sino de una reacción normal tras el caos psicológico de la Navidad. Si necesitas ayuda profesional, pídela.