La mejora de la microbiota intestinal con la alimentación podría beneficiar nuestra salud cardiovascular

  • Los enterococos han pasado a ser la segunda causa de endocarditis infecciosa con una prevalencia en torno al 15%

Son innumerables las canciones que hacen referencias al corazón en sus estribillos. Alusiones románticas, enternecedoras, desgarradoras, dolorosas, alegres, de un órgano que se ve afectado estrechamente por las emociones. Si se tiene miedo, se acelera; si hay tranquilidad y sosiego, sus latidos son redondos, acompasados, sincronizados. Se podría considerar un órgano “pensante”. Pero no, no es así, el segundo órgano después del cerebro al que algunos expertos denominan “el segundo cerebro” no es otro que el aparato digestivo porque tiene su propia autonomía para tomar decisiones.

Se trata de un órgano que posee una red neuronal compuesta por más de cien millones de células situadas entre las dos capas musculares del tubo digestivo, y que parecen tener capacidades similares al cerebro craneal. Pero, más allá de cuál tendría que ser el órgano del cuerpo humano principal protagonista de melodías y baladas, lo que los expertos dejan claro es que el corazón y el aparato digestivo mantienen una relación íntima, fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo.

Una de las explicaciones para entender el vínculo de estos dos miembros estaría en su fisiología. José Luis Castro Urda, jefe de Sección de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Severo Ochoa de Madrid, explica que “el aparato digestivo recibe la ayuda del aparato circulatorio y del sistema nervioso para su regulación”. Después de una comida, los vasos sanguíneos del aparato digestivo se dilatan para transportar más sangre. Se envían impulsos nerviosos al cerebro indicándole que la actividad digestiva ha aumentado.

De esta forma, continúa el doctor Castro Urda, “el aparato digestivo estimula de forma directa el corazón mediante impulsos nerviosos y sustancias químicas liberadas en el torrente sanguíneo. El corazón responde con una mayor irrigación sanguínea, incrementando la actividad y las funciones del aparato digestivo. Además, el sistema circulatorio transporta los nutrientes de los alimentos que ingerimos. Este proceso se llama absorción y se produce a través de las vellosidades intestinales que están en las paredes del intestino delgado”.

Cuando el aparato digestivo presenta una mayor permeabilidad intestinal favorece el paso de las bacterias que pueden alcanzar el corazón a través del torrente sanguíneo. Esto ocurre, según apunta el experto en el aparato digestivo del Hospital Universitario Severo Ochoa, porque “existe una ruptura de la barrera intestinal normal, como ocurre en alteraciones digestivas como enfermedades inflamatorias o neoplasias. También es común en personas mayores debido a la pérdida progresiva de factores de defensa intestinal de esta barrera”.

Cuando las bacterias pasan a la circulación y colonizan otras áreas del cuerpo forman biofilms. “La consecuencia más grave de esto es la infección del corazón en forma de endocarditis. Recientemente se ha visto que los enterococos, que habitan en el tracto gastrointestinal, han pasado a ser la segunda causa de endocarditis infecciosa, con una prevalencia en torno al 15%”, destaca este experto.

El mal funcionamiento del aparato digestivo puede provocar desajustes y alteraciones en el funcionamiento normal de nuestro corazón, sobre todo de aquellas enfermedades que producen inflamación del tubo digestivo ya sea por etiología infecciosa o no. De esta manera, enumera este experto en aparato digestivo, “estarían la diverticulitis, la apendicitis, cualquier proceso que origine una peritonitis, la celiaquía, la enfermedad inflamatoria intestinal o el cáncer colorrectal. Además, los pacientes con una cirrosis hepática tienen una baja defensa de su barrera intestinal por lo que pueden sufrir peritonitis bacteriana espontanea en el caso de tener ascitis. En esta población también es frecuente encontrar miocardiopatía secundaria a su disfunción circulatoria”.

En esta relación profunda entre corazón y aparato digestivo, uno de los ejemplos más ilustrativos de patologías asociadas a un mal funcionamiento del segundo, en opinión de Juan Manuel Grande Ingelmo, jefe de sección de Cardiología del Hospital Universitario Severo Ochoa de Madrid, es la endocarditis, causada por la infección de las válvulas del corazón. Este cardiólogo sostiene que “las infecciones son más frecuentes en válvulas protésicas y en válvulas degenerativas asociadas a la edad, y en cuanto a los gérmenes, han ido tomando mayor preponderancia los enterococos, bacterias habitualmente residentes en el tubo digestivo”.

Este tipo de bacterias en ocasiones puede atravesar la barrera intestinal pasando a la sangre e infectando las válvulas. “Se dan dos circunstancias que facilitan todo este proceso en personas de mayor edad: por una parte, lo comentado previamente sobre el tipo de válvulas que habitualmente se afectan y son más frecuentes en válvulas degenerativas de personas mayores; y, por otro, la barrera intestinal es más deficiente en personas más ancianas facilitando así el paso de estas bacterias a la sangre y la consiguiente infección”.

También, determinadas enfermedades del corazón pueden repercutir sobre el aparato digestivo. Estaríamos hablando de la insuficiencia cardiaca. En estos casos, prosigue este cardiólogo, “el corazón bombea la sangre con mayor dificultad porque pierde fuerza, haciendo que el flujo de sangre que llega al intestino sea insuficiente, especialmente si existe arteriosclerosis en esas arterias intestinales, lo que puede suponer una mala perfusión y provocar una isquemia intestinal”.

En la actual situación de crisis de salud provocada por la aparición de la Covid-19, el corazón y el aparato digestivo son algunos de los órganos más perjudicados por este coronavirus. El doctor José María Gámez Martínez, presidente de la Asociación de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), indica que “la afectación del corazón por la Covid-19, se produce en forma de miocarditis (inflamación del músculo cardiaco), insuficiencia cardiaca, síndrome coronario agudo o arritmias. En el aparato digestivo se sabe que las diarreas son frecuentes, por afectación intestinal, y también se produce afectación del hígado por diversos mecanismos. Sin embargo, hasta la fecha no se ha visto una relación directa entre ambas afectaciones por SARS-Cov-2, salvo que la lesión cardiaca pueda afectar al hígado o viceversa”.

La mejora de la microbiota intestinal puede beneficiar el buen funcionamiento de nuestro corazón. En este sentido, el presidente de la SEC sostiene que las bacterias que conforman nuestra microbiota, más de 100 billones, “son importantes para la nutrición, la protección contra infecciones y el desarrollo de nuestro sistema inmunitario. En muchas enfermedades crónicas, también cardiovasculares, se altera esta flora. En los pacientes con insuficiencia cardiaca, por el acúmulo de líquido y por el peor riego sanguíneo en las paredes intestinales, se puede producir paso de estas bacterias a su través y alterarse esta flora”.

El portavoz de la Asociación subraya que, “si bien, existen diversos estudios que han relacionado el buen o mal funcionamiento de la microbiota intestinal con enfermedades de distintos órganos, son necesarias más investigaciones para poder realizar afirmaciones categóricas sobre esta cuestión”. Sin duda, sostiene José María Gámez Martínez, “es un campo interesante en el que habrá más respuestas en los próximos años. Es muy atractiva la idea de que modulando nuestra microbiota con la alimentación adecuada podamos obtener beneficios en nuestra salud cardiovascular”.