‘The Guardian’ machaca a Sánchez por dejar irse de terrazas a los españoles, pero Johnson cerró los bares hace poco

  • Demoledoras críticas de The Guardian a la gestión española del coronavirus

  • Los españoles se abrazaban y besaban en las terrazas en pleno coronavirus, señala

Las críticas de The Guadian y NYT a la gestión española son demoledoras. El típico refrán de en casa de herrero cuchillo de palo. Porque sí, los españoles como dice The Guardian estaban disfrutando de una primavera inusualmente suave y soleada.

A finales de febrero y principios de marzo, con temperaturas superiores a los 20 ° C, los cafés y bares de Madrid "estaban llenos de gente feliz, haciendo lo que más les gusta a los madrileños: ser sociables". El análisis de la sociedad española y su capital no acaba ahí. "Eso significa abrazos, besos y charlas animadas a solo unos centímetros de la cara de otra persona".

Lo que no dice The Guardian, aunque no le falten razones para la crítica es lo suyo. Porque lo del negacionista Johnson también es de traca. Ya su padre le dijo al primer ministro que iría de bares cuando quisiera y los pubs han estado llenos hasta hace unos días. Las imágenes de metros abarrotados tampoco indican mucha previsión. Johnson, de hecho, dejó claro que le importaba más la economía que la salud. Luego, la realidad, le ha hecho recular, como a Trump, el liberal que ha inyectado dos billones de dólares a su economía para enfrentarse al coronavirus, ese virus 'made un China'. Cono ahora lo son los elementos sanitarios para paliarlos.

En eso no le faltan tampoco argumentos y tendrá más tras saber que los chinos, más disciplinados que los occidentales y acostumbrados a la dictadura, han decidido blindarse y cerrar el paso al país a cualquier extranjero. Puede que un motivo sea ese 14% de en teoría curados por el coronavirus que vuelven a caer enfermos. Porque parece que el coronavirus no muta de forma drástica pero permanece más de lo que se pensaba en el cuerpo.

Es verdad que las críticas a Sánchez se acumulan y más tras el fiasco de la compra a China de test que irán a la basura. The Guardian fustiga al Gobierno de Sánchez recordando ese 19 de febrero, en el que 2.500 fanáticos del fútbol de Valencia se mezclaron con 40.000 simpatizantes de Atalanta para un partido de la Liga de Campeones en Bérgamo. Giorgio Gori, alcalde de la ciudad italiana, describió como esta falta de disciplina como "la bomba" que explotó el virus en Lombardía .

Y no solo es Vox quien critica la celebración del 8M, por la que pocos protestaron en su día, todo hay que decirlo. El 8 de marzo, dice The Guardian, justo una semana antes del cierre del país, tuvieron lugar eventos deportivos, conferencias de partidos políticos y manifestaciones masivas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer . Tres días después, unos 3.000 seguidores del Atlético de Madrid volaron juntos para otro partido de la Liga de Campeones en Liverpool. Bueno, los ingleses tampoco se quedaron en casa, el campo estaba lleno.

El gobierno socialista de Pedro Sánchez reaccionó tarde y torpemente, dice el diario británico. El país carecía de equipos esenciales señala pese a valorar la gran sanidad española. The Guardian critica que Sánchez permitiera salir de Madrid a sus ciudadanos a otras ciudades. El artículo reincide en las disparidad de criterios entre el Gobierno central y las CCAA. “La mala coordinación significaba que el gobierno regional de Madrid había cerrado universidades y escuelas a principios de esa semana, provocando un ambiente festivo en el que los bares y parques estaban llenos y muchas familias se iban a sus casas en la playa”.

El NYT es menos duro pero reincide en la desolación de las residencias, donde se han producido uno de cada tres muertes. Y señala que en un país donde la familia sigue siendo un pilar, la sociedad asiste estupefacta al hecho de que la epidemia se cebe con los mayores en los lugares que creían más seguros. DE hecho, señala el medio americano, los mayores han sido el soporte fundamental de las familias en los tiempos de crisis y ahora mueren sin que ni siquiera se les pueda decir adiós.