Varices, una enfermedad infradiagnosticada

  • La enfermedad venosa crónica de los miembros inferiores puede manifestarse con síntomas como pesadez, cansancio, dolor, hormigueo, sensación de hinchazón o picor

  • El perfil del paciente venoso es el de una persona con antecedentes de varices en su familia, que pasa mucho tiempo de pie y que ha empeorado tras los embarazos

  • Los tratamientos que se ponen en práctica en estas patologías son eficaces y seguros, mejoran la calidad de vida de los pacientes y se pueden combinar entre sí

El tiempo meteorológico no está en consonancia con la estación que iniciamos hace algunos días, primavera. Por ello, muy a nuestro pesar, todavía mantendremos la ropa, calzado y complementos invernales. Todos esperamos que el avance de los días haga que las temperaturas vayan atemperándose y con ello reduzcamos poco a poco nuestro vestuario de abrigos, jerséis y pantalones largos e incorporemos un “outfit” más veraniego donde camisetas de manga corta y faldas o shorts den paso a atuendos más confortables. Un cambio de vestuario que saca a la luz la existencia, en algunas personas, de arañas vasculares (telangiectasias) y/o varices que se hacen más pronunciadas durante las épocas de calor y que son síntomas asociados a la enfermedad conocida como Insuficiencia Venosa Crónica (ICV).

La ICV es una enfermedad resultante del mal funcionamiento de las venas superficiales de los miembros inferiores que, debido a un fallo de sus válvulas, son incapaces de transportar la sangre en sentido ascendente desde la planta de los pies hacia el corazón. El doctor Fernando Ruíz Grande, responsable de la Sección de Angiología y Cirugía vascular del Hospital Universitario de La Princesa, apunta que “esto ocasiona un reflujo descendente patológico y una sobrecarga de presión constante y crónica sobre estas venas que se tornan dilatadas y tortuosas (varices) y sobre la piel y el tejido subcutáneo de las piernas que puede causar lesiones y úlceras en este territorio”. Este experto indica que “una gran mayoría (95%) son de causa primaria y se deben a una comprobada tendencia familiar a la aparición de la enfermedad sobre la que actúan otros factores individuales, como la bipedestación prolongada de causa profesional (hostelería, peluquería, cirugía…), u hormonales (historial obstétrico de las pacientes mujeres). Un pequeño porcentaje (5%) son secundarias a lesiones del sistema venoso profundo (síndrome postrombótico) o malformaciones venosas”.

La enfermedad venosa crónica de los miembros inferiores puede manifestarse con síntomas como pesadez, cansancio, dolor, hormigueo, sensación de hinchazón o picor. La doctora Lourdes Reina Gutiérrez, jefa de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular, Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid, explica que “los signos más frecuentes son la aparición de venas dilatadas y tortuosas que dependiendo del tamaño y la localización reciben el nombre de telangiectasias y arañas vasculares, si son de pequeño tamaño y localizadas en la superficie de la piel, o propiamente varices, sin son gruesas, y se ubican más profundamente”. Con el tiempo, la enfermedad puede progresar y aparecer edema en las piernas, que consiste en el acumulo de líquido en el espacio extracelular, y alteraciones tróficas, como pigmentación marrón de la piel, dermatitis, eccema, hipodermitis o inflamación de los tejidos blandos profundos “que, de no poner remedio, conducen a la fibrosis de dichos tejidos y a la aparición de heridas de evolución crónica y recidivante que se denominan úlcera”, sostiene esta doctora.

El desarrollo de la enfermedad es lento, progresivo y crónico, por lo que podemos encontrar pacientes venosos en cualquier franja de edad, desde pacientes muy jóvenes hasta personas de edad avanzada. Sin embargo, el responsable de la Sección de Angiología y Cirugía vascular del Hospital Universitario de La Princesa apunta que “el perfil del paciente venoso es el de una persona con antecedentes de varices en su familia, que pasa mucho tiempo de pie y que ha empeorado tras los embarazos. O también un paciente que sufrió en el pasado una trombosis venosa profunda en los miembros inferiores. La cronicidad de la enfermedad y su presencia durante toda la vida hace que muchos de estos pacientes hayan sufrido una cirugía de varices previa”.

El doctor Antonio Pérez-Piqueras, especialista en Angiología y cirugía Vascular del Instituto de Dermatología Integral (IDEI), explica que para realizar el diagnóstico acertado del paciente que presenta este tipo de lesiones, “en primer lugar, hay que consultar la historia clínica y preguntar al paciente por sus antecedentes familiares y personales. Seguidamente y, muy importante, efectuar una exploración física para valorar la presencia o no de varices tronculares, varículas, telangiectasias o, en fases más avanzadas, lesiones tróficas como las úlceras venosas”. Una vez se ha redactado la historia clínica y se ha llevado a cabo la exploración física, se utilizan técnicas diagnósticas. En este punto, la herramienta que ayuda a hacer un diagnóstico definitivo, según el doctor Antonio Pérez-Piqueras, “es la utilización del Eco Doppler Venoso que, por un lado, ofrece información morfológica en cuanto al diámetro de las venas y, por otro, hemodinámica para observar la dirección del flujo venoso”. Con el diagnóstico, ofrecido por esta herramienta, se diseña el manejo terapéutico personalizado.

Los tratamientos que se ponen en práctica en estas patologías son eficaces y seguros, mejoran la calidad de vida de los pacientes y se pueden combinar entre sí. Entre los tratamientos conservadores que resultan efectivos estarían las medias de comprensión. El doctor Antonio Pérez-Piqueras indica que “si entendemos que el problema es la insuficiencia venosa, causada por una vena dilatada en la que sus válvulas son incapaces de hacer el trabajo correctamente (es decir, subir la sangre de fuera a dentro y de abajo a arriba para llegar al pulmón a oxigenarla), una media de comprensión actúa adecuadamente comprimiendo los trayectos venosos que están dilatados, frenando el desarrollo de la enfermedad, disminuyendo la sintomatología y evitando complicaciones como pueden ser las tromboflebitis”. Es muy importante caminar y mantener unas adecuadas medidas posturales; no debemos estar mucho de tiempo de pie ni tampoco sentados. Y, por último, el uso de cremas hidratantes que facilitan la resistencia de la piel frente a la presión que provoca la insuficiencia venosa.

Por otro lado, también se emplean métodos físicos como la aplicación de calor, a través de laser o radiofrecuencia, o de frío, criocoagulación. “Estos métodos se basan en introducir un catéter dentro de la vena aplicando una energía que produce una quemadura, una afectación de la pared de la vena y una trombosis interior, que va a cerrar definitivamente el trayecto enfermo. Se suele utilizar anestesia local y sedación y son ambulatorios”, explica el especialista en Angiología y cirugía Vascular de IDEI.

Por último, estaría el uso de métodos químicos como espumas, esclerosantes químicos irritantes (que van a favorecer la trombosis y la inflamación interna de la pared de la vena favoreciendo el cierre de la luz), o pegamentos orgánicos, que rellenan la luz con un producto que al contacto con la sangre va a solidificar dejando, cerrada esa vena que previamente estaba dañada.

Finalmente, el doctor Antonio Pérez-Piqueras menciona el tratamiento de las varículas, que están dentro del tratamiento de una insuficiencia venosa clase 1 CEAP, sin repercusión clínica, solo estética, y que consiste en la aparición de pequeñas venas reticulares en la piel en un momento determinado de la vida. “Estas varículas se tratan también con métodos químicos utilizando unas agujas muy finas que se introducen dentro del capilar y provocan el cierre mediante la inflamación interna del mismo. Estos productos se pueden utilizar en forma líquida, burbujas o espumas”, concluye este experto.

El doctor Fernando Ruíz Grande sostiene que “hasta un 30% de los pacientes con insuficiencia venosa crónica tienen pocos síntomas -las varices simplemente “están”, pero no molestan-, lo que hace que muchas consultas se realicen de forma tardía y nos encontremos con cierta frecuencia con pacientes en fases avanzadas de la enfermedad”. Esto se traduce, según el responsable de la Sección de Angiología y Cirugía vascular del Hospital Universitario de La Princesa, “en la aparición progresiva de edemas crónicos, atrofia de la piel, manchas de color ocre en las pantorrillas (que acaban confluyendo hasta formar una especie de calcetín), fibrosis del tejido normal subcutáneo y aparición de lesiones por encima de los tobillos de tipo ulceroso, algunas veces tras un desencadenante traumático mínimo”.

El diagnóstico tardío también puede propiciar la aparición de complicaciones como sangrado por la variz o varicorragia o formación de trombos venosos o tromboflebitis. Según explica la jefa de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Central de la Cruz Roja, “el sistema venoso y linfático trabajan de forma dependiente uno de otro. El sistema linfático ayuda y compensa el fallo del sistema venoso, pero con el paso del tiempo por sobrecarga del sistema linfático, por aparición de infecciones de los tejidos blandos o factores agravantes, como la obesidad, acaba deteriorándose y dañándose de forma irreversible, causando un gran deterioro de la calidad de vida. Es lo que se conoce con el nombre de flebolinfedema”.