¿Habría que controlar la salud física y mental de los profesionales con edades muy avanzadas?

Investigadores de la Universidad de Cambridge recomiendan las evaluaciones cognitivas para médicos, jueces y políticos
El envejecimiento de los líderes abre un debate entre la libertad individual y la responsabilidad social
En un reciente artículo publicado en El País, el director adjunto del periódico, Xavier Vidal-Folch, escribía: “…a fin de asegurar que quienes acumulan decenios al mando siguen estando en buenas condiciones físicas y psicológicas para ejercerlo, conviene monitorizar, supervisar y hacer al máximo transparentes sus condiciones de salud”. El artículo de opinión venía a cuento de un libro publicado en EEUU que ha provocado cierto revuelo, Pecado original. El libro explica, paso a paso, cómo las personas más cercanas al presidente Joe Biden cedieron a su determinación de postularse para un segundo mandato, ocultando a todo el mundo los evidentes problemas de deterioro cognitivo que manifestaba. "Fue una abominación. Le robó una elección al Partido Demócrata, se la robó al pueblo estadounidense" se puede leer en el libro.
Líderes envejecidos
El envejecimiento de las sociedades hace que se pongan en cuestión las capacidades no solo de los políticos mayores, sino también la de los médicos, jueces, profesores, y periodistas en activo cuyas decisiones puedan ser trascendentales. No sabemos si Vidal- Folch estaría de acuerdo en que se “supervisaran, monitorizaran e hicieran transparentes” sus condiciones físicas y mentales, ya que él mismo es un alto directivo del Grupo Prisa y tiene 73 años.
El caso de Biden y sus consecuencias en la elección del presidente de EEUU ha desatado un interesante debate. En un mundo que envejece, ¿habría que controlar la salud física y mental de los profesionales con edades muy avanzadas cuyas decisiones pueden afectar a un gran número de personas?
“La edad en sí misma no debería ser un impedimento para postularse a un cargo de responsabilidad. Lo fundamental es evaluar la capacidad individual, la salud, la experiencia y la habilidad para liderar efectivamente”, explica el gerontólogo Carlos Eduardo Méndez.
No es algo nuevo
Es innegable que las decisiones extravagantes de Donald Trump (78) están influyendo en la economía mundial; que Netanyahu (75) es responsable de la locura genocida en Palestina, y que Putin (72) ha abierto una guerra en Europa, algo impensable hace unos años. Pero atribuir sus acciones a desvaríos fruto de la edad sería muy atrevido.
No obstante, la historia nos deja lecciones que es conveniente recordar. El mariscal francés Pétain, héroe de la I Guerra Mundial, tenía 84 años cuando en 1940 se convenció de que una colaboración con la Alemania nazi, incluso contra los combatientes de la resistencia francesa, era honorable y ventajosa para Francia. Se le había observado un comportamiento errático y disperso ya en la década de 1930, pero no fue hasta 1947 cuando tuvo un diagnóstico claro de demencia.
Hay muchos casos recientes de líderes políticos que han desarrollado deterioro cognitivo mientras aún estaban en el cargo: Juan Pablo II, Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Helmut Kohl, Jacques Chirac o George W. Bush, por poner algunos ejemplos, pero es imposible determinar si sus decisiones pudieron estar influidas por una salud mental que empezaba a mostrar debilidades.
“La vejez puede aportar una rica experiencia y sabiduría, pero también es importante garantizar que cualquier líder esté física y mentalmente preparado para las demandas del cargo. Desafiar los estereotipos edadistas y enfocarse en evaluaciones objetivas y justas es crucial para un análisis equilibrado de las aspiraciones de cualquier líder mayor”, sostiene Carlos Eduardo Méndez.
Pero ahí radica el quid de la cuestión, ¿qué es una evaluación objetiva y justa y quién lo determina?
Evaluaciones preventivas
Ya existen evaluaciones obligatorias en profesiones que requieren altos niveles de funcionamiento cognitivo, por ejemplo, a los pilotos, a los controladores aéreos, o a los operadores de maquinaria pesada. Estas evaluaciones son más fáciles de realizar ya que se trata de pruebas técnicas que se superan o no. Cabría plantearse si estas pruebas serían de utilidad también para médicos, jueces, políticos o para los grandes ejecutivos cuyas decisiones son trascendentes e influyen en la vida de muchas personas.
A ello se han dedicado un grupo de investigadores de la universidad de Cambridge en el informe El deterioro cognitivo y el liderazgo político. En el estudio se explica que “en Estados Unidos es un debate candente en profesiones como los jueces, que tienen cargo vitalicio, o los médicos, pero existen trabas importantes, legales y éticas, para imponer estas pruebas obligatoriamente. No obstante -continúa el informe- se está abriendo una vía que es la de hacerse estas pruebas de forma voluntaria, al igual que se hacen las declaraciones de bienes de los políticos, a la que no están obligados, pero que demuestran que no tienen nada que ocultar. Si se demuestra que las evaluaciones cognitivas son populares, el apoyo político a dichas evaluaciones podría aumentar”.
Los firmantes del artículo, neurólogos, psiquiatras, politólogos y sociólogos de la universidad recomiendan “evaluaciones cognitivas para los profesionales de disciplinas de gran responsabilidad”, si bien reconocen que sería necesario realizarlas independientemente de la edad para evitar tintes edadistas discriminatorios.
Edadismo
Para Carlos Eduardo Méndez se trata de un asunto complejo: “El edadismo es una forma de discriminación basada en la edad, que a menudo se manifiesta en prejuicios y estereotipos que menosprecian las habilidades y el potencial de las personas mayores. En el contexto político, puede llevar a la exclusión de líderes experimentados y a la pérdida de valiosas contribuciones. Es fundamental desafiar estos estereotipos y reconocer que la edad no es un indicador definitivo de la capacidad de liderazgo. La experiencia, la sabiduría y la resiliencia que a menudo acompañan a la edad avanzada pueden ser activos valiosos en la toma de decisiones y la gestión de crisis. Yo no veo a Florentino Pérez a sus 78 años, un hombre que maneja miles de millones de euros, plegándose a ser sometido a un examen para comprobar sus capacidades cognitivas”, argumenta Méndez.
La salud y la vitalidad no están necesariamente ligadas a la edad. Cervantes escribió la segunda parte de El Quijote a los 68 años; Goethe acabó su monumental obra Fausto a los 82 años; Verdi compuso Otello a los 74 años y su última ópera, Falstaff, a los 79 años, y ambas están consideradas como obras maestras; Konrad Adenauer fue canciller de la República Federal de Alemania a los 73 años, dimitió a los 87, y su liderazgo fue fundamental en la reconstrucción de la Alemania de posguerra; y Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente de Sudáfrica a los 75 años jugando un papel crucial en la transición del apartheid a la democracia; y ahí tenemos a Carlos Soria, que a sus 86 años sigue buscando financiación para conseguir su sueño de ser la persona más longeva del mundo en alcanzar los 14 ochomiles.
El debate sigue abierto, y discurre entre los límites imprecisos de la libertad individual y la colectiva, entre la elección de cada individuo a considerarse capacitado para desempeñar su trabajo, y la decisión de la sociedad de obligarle a someterse a evaluaciones cognitivas que avalen su capacidad para tomar decisiones que afectan de manera determinante a otros.