"Soy LGTBIQ+ y de pueblo, ¿qué pasa?": cómo Agro Cuir, AgrOrgullo y otros festivales están cambiando la España rural

Varias iniciativas llevan tiempo reivindicando la igualdad en la España vaciada
Extra: Aprender a ser uno mismo: cinco libros para regalar a niños y adolescentes en el Orgullo
Cuando pensamos en las celebraciones del Orgullo, es fácil que nuestra mente viaje a las manifestaciones de las grandes avenidas de Madrid o Barcelona, con carrozas, banderas arcoíris y miles de personas reivindicando sus derechos. Pero la realidad es que la diversidad entiende más de lo que debería de códigos postales. Pero eso está cambiando: cada vez más pueblos de España están tejiendo su propio relato de orgullo, resistencia y celebración. Y lo hacen desde la tierra, la huerta, las cabras y los olivos, reclamando que la ruralidad también puede ser diversa y queer.
Agrocuir y AgrOrgullo
Galicia ha sido uno de los territorios pioneros en este movimiento. Desde 2016, el Festival Agrocuir da Ulloa se ha convertido en un espacio de encuentro, activismo y celebración que une agroecología, feminismo y disidencia sexual y de género. Su objetivo es claro: romper con la imagen del rural como un espacio homogéneo, conservador y excluyente, demostrando que en el campo también florece la diversidad.
“Si el mundo rural no es diverso, es porque lo estamos haciendo mal”, sentencian desde la organización, que ha logrado consolidar una red donde caben tanto las prácticas agrícolas sostenibles como la reivindicación LGTBIQ+. Talleres, charlas, conciertos y espacios de afecto conviven en un evento que ya es referencia dentro y fuera de Galicia.
Paralelamente, también en el norte de España, y más en concreto en el pueblo de Barcenillas, en el municipio de Ruente (Cantabria), se celebra cada año el AgrOrgullo, un festival LGTBI+ que reivindica la visibilidad y los derechos del colectivo en los entornos rurales. Se trata de un festival que vive la ocasión con un espíritu reivindicativo y festivo, contando con con talleres, charlas, actuaciones y desfiles para visibilizar y reivindicar los derechos del colectivo.
Del silencio al orgullo
La necesidad de construir referentes en los pueblos es urgente. El hecho de crecer en un entorno rural sin visibilidad LGTBIQ+ es, muchas veces, un ejercicio de soledad. No son raros testimonios como los que recoge InfoBae: “En el pueblo no había ningún referente, ni nada. Hasta que no salí de aquí no me di cuenta de quién era yo”.

Pero esa realidad está cambiando. Ejemplos como el de Villanueva de Algaidas, en Málaga, son especialmente simbólicos. Este pequeño municipio celebra desde hace cinco años el Orgullo de la Sierra Norte, un evento que ha ido creciendo hasta convertirse en un símbolo comarcal. Lo que empezó como un acto discreto con 400 banderas arcoíris en un pueblo de 4.000 habitantes, hoy es una cita ineludible que no solo da visibilidad, sino que transforma la percepción social de lo que significa ser LGTBIQ+ en el entorno rural.
Otra parada en este particular desfile rural que estamos haciendo estaría en Campillo de Ranas, en Guadalajara. En conocido como “el pueblo de las bodas”. Gracias a la Ley de Matrimonio Igualitario y a la valentía de su alcalde, este pequeño municipio serrano se convirtió en un referente de diversidad y de lucha contra la despoblación. Las bodas LGTBIQ+ celebradas allí no solo han dado vida al pueblo en términos económicos, sino que han sido una revolución social en una zona tradicionalmente conservadora.
Bollovera
La revolución arcoíris no se limita al norte o al interior peninsular. En Extremadura, Losar de la Vera se ha consolidado como un referente gay-friendly gracias a Bollovera, un evento que combina gastronomía, cultura y reivindicación. Lo que nació como una propuesta de dinamización turística se ha convertido en un auténtico orgullo rural extremeño, donde cientos de personas se dan cita para celebrar la diversidad en un entorno que, durante décadas, estuvo marcado por el silencio y la invisibilidad.
Bollovera es mucho más que un simple festival o una celebración puntual: es un ejercicio de reapropiación del espacio rural, de sus recursos y de su identidad, demostrando que ser LGTBIQ+ en un pueblo no solo es posible, sino que puede ser fuente de orgullo, dinamismo económico y transformación social.

Lo que demuestra este recorrido es que el orgullo rural no es un mero eco de las grandes capitales, sino un movimiento con identidad propia. Un movimiento que cuestiona no solo la LGTBIfobia estructural, sino también los modelos extractivistas, la despoblación y las narrativas que han condenado al campo a la homogeneidad cultural y al silencio afectivo.
Porque cuando en Galicia un grupo de agrocuir planta semillas, cuando en Málaga un pueblo entero se pinta de arcoíris, o cuando en Extremadura el vino se mezcla con la celebración queer, lo que está brotando no es solo diversidad: es una nueva forma de entender el mundo rural. Una forma donde caben todas las identidades, todos los amores y todos los futuros posibles.