La historia empezaba mal desde el principio: un coche circulaba por la carretera “entrando por una rotonda en contravía”, y desde la dirección contraria pasó directamente al sendero destinado al tranvía. Desde allí, inició un recorrido que le llevó a atravesar varios cruces.
Por suerte, como informan las autoridades, pese a que había “varios vehículos atravesando el cruce”, los cuales tenían preferencias, no impactó con otros coches.
También pasó ante dos guardias de seguridad, que quedaron absolutamente perplejos al ver al vehículo por el recorrido dispuesto para el tranvía. Le hicieron múltiples señas para que se detuviese, pero fue en vano. El coche continuó por las vías hasta un lugar en el que, justo antes de un túnel, el relieve de los raíles, que sobresalía, provocó el destrozo de tres ruedas.
Detenido ya el vehículo, y vistas las imágenes de lo ocurrido, la pregunta que todo el mundo se hace es la misma: ¿Cómo demonios se equivocó?
La respuesta de la conductora: alega que iba siguiendo las indicaciones del GPS.
Sin embargo, los agentes apreciaron “signos evidentes de que iba bajo la influencia de bebidas alcohólicas”. Triplicaba la tasa permitida; una imprudencia que no acabó en tragedia en Málaga porque quiso el azar que ningún tren coincidiera en su recorrido.