Llega el verano, y con él, decimos adiós a muchos tipos de calzado propios del frío para dar paso a chanclas y sandalias que dejan nuestros pies al aire. Aunque esta sensación puede ser de lo más agradable, hay que tener cuidado a la hora de usar este clase de calzado.
Son varios los estudios que demuestran que el uso de este calzado puede derivar en graves lesiones en tobillos, rodillas e incluso en la espalda, debido a su falta de sujeción. Por lo que, si abusamos de ellos, estos problemas pueden llegar a derivar en problemas mayores de huesos, tendones y articulaciones.
Esta falta de sujeción en los tobillos hace que tendamos a agarrarnos con los dedos y por tanto, acabar acortando la zancada y ejerciendo una fuerza excesiva cuando los pies tocan el suelo. Este fuerza no solo se ejerce con los pies, sino que se traslada a las piernas provocando que nuestra parte inferior del cuerpo se vea sobrecargada.
Además, otras de las consecuencias del uso de chanclas y sandalias suelen ser las caídas y resbalones que estas provocan, que si bien no suelen tener mayor importancia, pueden llegar a provocar esguinces. Por todo ello, seguir estos simples consejos a la hora de utilizar este calzado puede serte muy útil: