Son dos guerreras que al final han tenido que renunciar a su sueño: seguir en el balonmano. Y estaban en la élite. La historia de Maite y Leire es un reflejo de la realidad del deporte femenino en nuestro país. Porque la parte más difícil del deporte femenino no es el duro entrenamiento ni las posibles lesiones que pueda causar, lo más difícil en realidad es la conciliación.
Dos destacadas jugadoras de balonmano han tenido que abandonar su carrera deportiva porque les resultaba imposible compaginarla con los estudios o los cuidados familiares. El equipo de una de ellas, el Bera Bera ha vuelto a ganar la copa de la reina, pero de nada le ha servido a Maite.
Maite, una de las mejores jugadoras de balonmano de España se despedía esta semana de su pasión, emocionada. Explicaba que era imposible conciliar deporte de alto nivel con el trabajo y la familia. Su caso adquiere más relevancia si tenemos en cuenta que la vida la ha hecho tener que hacerse cargo de sus sobrinas. Y aunque sea una guerrera, ser capaz de sacar adelante trabajo, deporte de élite y familia ha sido imposible. Ya se había convertido en un sinvivir para ella no sabes si sus pequeñas habían comido o cenado, no estar el tiempo suficiente a su lado. Así que ha decidido entre su pasión y su corazón y este último ha ganado por goleada. Entre lágrimas dejó el balonmano, su sueño.
Leire, otra jugadora, también tendrá que dejar el balonmano para trabajar de bioquímica. Los estudios son el futuro porque el balonmano para ella solo era el presente y le daba para el día a día, para sobrevivir.
Ambas reconocen que si hubieran sido hombres todo habría sido diferente. Son mujeres campeonas que sin embargo pierden frente a los campeones. Una realidad, la de la brecha de género, en la que aún quedan muchos goles por meter.