El guardia civil de Barajas que pasaba la coca y ponía cara de póker

  • Jugaba al póker y esa era su tapadera para 'camuflar' su altísimo nivel de vida

  • Fue detenido la semana pasada por colaborar con dos bandas de narcotraficantes

El cabo Fran jugaba al póker, por eso llevaba ropa de marca que compraba en la milla de oro de Madrid. Alardeaba continuamente de su afición cuando estaba trabajando en las aduanas del aeropuerto Adolfo Suárez. Estaba destinado en la Jefatura de Fiscal y Fronteras y fue detenido la semana pasada por colaborar con dos bandas de narcotraficantes y permitir la introducción en España de al menos 200 kilos de cocaína. Sus compañeros le creían al principio pero a alguno le empezó a extrañar el empeño que ponía en que todos lo escucharan hablar de sus partidas de cartas, a veces muy selectas, y en Marruecos, les contaba. Comenzaron a sospechar. El póker era una tapadera para que su altísimo nivel de vida no 'cantara' tanto entre los guardias civiles de Barajas. Se notaba que había algo raro. Y se notó nada más llegar a su trabajo. No llevaría ni un año cuando comenzaron a vigilarle. De los tres años que ha estado en ese destino antes de acabar en la cárcel, dos estuvo controlado. No era fácil seguirlo en el aeropuerto pero Asuntos Internos, con la ayuda de la Policía Judicial de la Comandancia de Tres Cantos, lo logró.

Hacía contravigilancias y tomaba precauciones para evitar ser pillado

Fran tomaba muchas precauciones y hacía contravigilancias cuando terminaba la jornada. Llevaba incluso un inhibidor en el vehículo. Por supuesto de alta gama. No encajaba en el sueldo de un cabo. Pero ahí estaba él. El cabo televisivo; el que pedía participar en grabaciones de televisión para explicar cómo cazaba a los narcos, siempre dispuesto a hacerse cargo de los registros en los vuelos calientes, el primero cuando había sospechoso a la vista. Se ofrecía, no paraba. No importaba el turno. Lo cuentan los que coincidieron con él. Era su manera de pasar la droga y poner cara de “póker”. Controlaba el paquete y hacía que lo revisaba. Si había dificultades arriesgaba, hacía cambiazos de equipajes para pasar el bulto. A veces, terminada la jornada, llegaba a Barajas bronceado, con sus bermudas de marca, sus polos, sus mocasines, otras con chándales carísimos, y decía que venía a buscar a familiares. Demasiados “familiares” a lo largo de esos dos años. A los investigadores les venía muy bien. Le seguían, le siguieron hasta completar el círculo y explotar la operación contra los narcos colombianos. Cayeron dos bandas. Aunque les dio muchos quebraderos de cabeza.

Era un experto en sistemas de detección y seguimiento

Cuentan que era un experto en sistemas de detección y seguimiento. Había trabajado en Información. Lo más granado del cuerpo en otros tiempos. Ahí estuvo Francisco Luis. Todavía lo recuerdan aunque fue hace muchos años. Antes de que se pidiera una excedencia y se marchara a trabajar con su suegro. Entonces estaba casado con una de las hijas del “Rey del rancho”. El empresario asturiano había comenzado en Madrid con productos cárnicos de su tierra y había acabado abasteciendo al ejército, algunos ministerios e incluso a la Moncloa. Fran disfrutó entonces de un alto nivel de vida gracias a esos lazos familiares. Pero cuando se rompió la relación, se acabó para él esa época dorada. Volvió a la Guardia Civil y escondió su doble vida. Había conocido a Lina, una colombiana que fue detenida también en la operación de narcotráfico de la semana pasada. Su compañera era su contacto con los narcotraficantes.