El camino de la selección al oro ha sido duro, muy duro. Quién le iba a decir a Rudy hace unas semanas cuando tenía que abandonar la concentración, por el fallecimiento de su abuelo, que levantaría la copa del mundo.
Un equipo que otra vez se ha vuelto a superar empezando por Llull, un año después de romperse la rodilla, el de Mahón volvió a ser el de siempre. Porque el que ha sido el mejor jugador del torneo, estuvo a punto de dejar el baloncesto hace tres años por el fallecimiento de su madre pero ahora se lo puede dedicar a ella.
Esta selección más que un equipo es una familia, la historia de dos hermanos que se han proclamado juntos campeones del mundo, con el permiso de Marc y Pau. 13 años han pasado desde que ganamos en Japón, hoy solo Rudy y Marc quedan de ese maravilloso equipo pero el legado ya es eterno.