La indignación entre los vecinos no cesa. Tienen la sensación de que viven en una zona de mucho riesgo tras el accidente y va a ser muy difícil que olviden lo ocurrido el pasado martes. Están molestos porque han dejado al descubierto la falta de coordinación y de seguridad.
Los vecinos del municipio están acostumbrados a vivir con el riesgo que supone estar cerca de una planta química como la que ha sufrido la explosión. Hacen dos simulacros al año y saben perfectamente cómo actuar ante la activación del plan de emergencia.
Sin embargo están muy sorprendidos porque las sirenas no sonaron a pesar de que todos vieron esa gran explosión. Son 89 sirenas las que están distribuidas por 39 municipios de Cataluña, las cuales deben poner en funcionamiento para probarlas dos veces al año y que en el pasado año tan solo se comprobaron una vez.
Durante el día de hoy han dedicado un minuto de silencio por los tres fallecidos tras el suceso del pasado martes, pero ayer protestaban por la peligrosidad de esta petroquímica. Apuntan que las instalaciones se encuentran en mal estado, que son antiguas, y que además las condiciones son muy precarias.