La Semana Santa más triste: Madrid vacía y Sevilla sin procesiones

  • La Policía Municipal de la capital utiliza sus cámaras para vigilar el cumplimiento del confinamiento

  • En Sevilla, calles vacías en pleno Viernes de Dolores

El Viernes de Dolores suele ser el punto de partida de la Semana Santa en nuestro país. Miles de personas comienzan sus desplazamientos, Tráfico suele activar sus campañas especiales para controlar la salida a las vacaciones y las procesiones empiezan a recorrer las calles de nuestro país.

En Madrid normalmente este día se produce un éxodo masivo. De las oficinas al coche y rumbo al pueblo, la playa o cualquier sitio. Los que se quedan observan como los que se van son suplidos por turistas de otras provincias y las calles continúan llenas. Sin embargo, este año las calles estarán vacías y los pisos llenos de los mismos que otro año escapaban.

La cuarentena obliga a todo el país a quedarse en casa y salvo algunos descerebrados, en la capital se está cumpliendo a rajatabla la medida. Y quien incumple es controlado por unos ojos que lo vigilan todo sin que se note. Se trata de las 50 cámaras de la Policía Municipal que están repartidas por las zonas más concurridas del centro.

Normalmente, vigilan que los carteristas no hagan de las suyas con los turistas y despistados, pero ahora han tenido que reciclar su uso. Observan unas calles que normalmente estarían atestadas, como la Gran Vía, Montera o la Puerta del Sol. Zonas sin tráfico, sin peatones y solo ocupadas por militares en estos instantes.

Caso similar a las calles de Sevilla. En plena Semana Santa, la Campana y todo el centro neurálgico de las procesiones se encuentra vacío. Se hace extraño no ver las gradas para observar los pasos, las cofradías cerradas y las tiendas especializadas a cal y canto.

Los fieles lo llevan con resignación mientras ven como una de las fechas grandes de Sevilla se va por el desagüe, junto con la Feria de Abril. La ciudad hispalense suele brillar en este mes más de lo habitual, pero este año deberá esperar en casa al año que viene, cuando seguro que lo hará doblemente.