Un trabajador herido en la petroquímica: "Sonó como una olla de presión y supe que algo no funcionaba"

  • El joven que tenía un contrato de un mes fue a avisar pero no le dio tiempo

  • "Noté como si se me quemara la cabe y me estuviera deshaciendo"

  • Ingresado en el Vall d'Hebron critica la tardanza de las ambulancias

Felipe Rendón es uno de los trabajadores heridos en la planta petroquímica Iqoxe. Entró en prácticas en el mes de octubre. En una entrevista ha asegurado que estaba haciendo su ronda cuando sonó un ruido “como de una olla a presión” y fue a avisar de que “algo no funcionaba” pero no le dio tiempo. Rendón aún está hospitalizado y aunque sabe que ha tenido suerte ha criticado la tardanza de las ambulancias.

A Felipe Rendón, de 25 años, tuvieron que operarlo de urgencia en el Hospital Juan XXIII de Tarragona para quitarle un trozo de metralla como la esfera de un reloj del cráneo. Después lo trasladaron al Vall d’Hebrón. Es unos de los dos heridos a causa de la explosión de la fábrica de Tarragona que siguen ingresados.

Ha contado desde la cama del hospital que “durante 10 segundos sonó como si fuera una olla de presión. Un dolor en los oídos que no se podía estar allí. Fui a avisar a la sala de control que algo no funcionaba y entonces vi el fogonazo”. “En ningún momento pensé que aquello fuera a explotar”, ha dicho a RAC1.

Tras la explosión, el joven de 25 años notó “como si se me estuviera quemando toda la cabeza, como si se me estuviera deshaciendo. Intenté taparme la cara y noté que todo el cuerpo se me estaba quemando”.

Dice que intentó correr pero no pudo y se desplomó al suelo. No fue hasta que no escuchó a su capataz que lo llamaba cuando pudo levantarse y correr hacia él.

El joven, que entró en prácticas en la empresa en octubre, acababa de empezar un contrato de un mes para cubrir una baja. En el momento del accidente él estaba haciendo su ronda y comprobando los tanques.

Crítico con la tardanza de las ambulancias

Rendón ha lamentado que las ambulancias tardaron mucho en llegar. Aunque había heridos más graves que él, señala que eran muy pocos trabajadores. “Si llega a ser de día habríamos sido muchos más trabajando”.

Él reconoce que ha tenido suerte. Dos de sus compañeros han muerto. En el Vall d’Hebrón le están tratando la quemadura de una mano, que le duele de forma “insoportable”. Puede que le tengan que operar.