La vulnerabilidad de las madres, víctimas de asesinatos machistas, en el foco

  • El 70% de las mujeres asesinadas este año por sus parejas o exparejas eran madres

  • 37 menores han quedado huerfanos este año como consecuencia de la violencia de género

Leonor, Fuengirola, no denunció a su pareja. Sheyla, en Planes, no lo denunció. Gloria Estepona, no lo denunció. María, Loeches, no lo denunció. Todas eran madres de niños pequeños que no se atrevieron a denunciar a sus maltratadores porque creían que protegían a sus hijos.

Mientras ellas estaban en casa, recibían los golpes. Pero al final las mataron. 49 mujeres han sido asesinadas en 2019, como en todo 2018, pero si nos fijamos en esta clave, se ha disparado la cifra alarmantemente. Porque más del 70% de las víctimas de este año eran madres cuando otros años era 4 de cada diez.

El Observatorio contra la Violencia de Género ha puesto el foco en esa vulnerabilidad de las mujeres madres. Los expertos lo llaman escenario del miedo. Miedo a perder la custodia o a no poder defender a sus hijos del maltratador. Las amenazan con quitárselos, aguantan. Las chantajean, aguantan. Consiguen que las mujeres persistan en su relación de violencia. Y al final las asesinan, como a Piedad en Rute para llevarse a los dos niños (se entregó en una iglesia madrileña).

Incluso cuando son denunciados y se produce la separación, siguen utilizando a los niños como moneda de cambio. Muchas mujeres dicen que no quieren que vaya a prisión, por sus hijos, para que no se lo recriminen en un futuro. Como Nicole en Hospitalet que no declaró contra él.

Es importantísimo que el entorno lo haga por ellas. Y en las valoraciones de riesgo pedir la ayuda de los forenses para que los menores hablen. Niños que en casos como Valga, Denia o Ciudad Lineal intentan salvar a sus madres pero no pueden. Hay 37 niños que se han quedado huérfanos por la violencia de género en 2019. Pequeños que han visto como su padre esperaba a su madre a la salida de casa para llevarles al colegio, o como su padre escalaba con una escalera recién comprada para entrar por el balcón porque su madre había cambiado las cerraduras, o las niñas que intentaron avisar a su madre por móvil cuando vieron a su padre con un cuchillo esperándola en el portal de casa. Pero no llegaron a tiempo.

La vulnerabilidad económica también influye en la decisión de denunciar pero sobre todo prima lo emocional. Madres fuertes que anteponen el cuidado la protección de sus hijos y soportar lo indecible, convertidas en blancos fáciles para los asesinos despiadados.

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