Las primeras horas de Belén Esteban en la casa: confesiones, muchas risas y pijamas para todos

  • Belén ha querido disfrutar de la experiencia al máximo y se ha convertido en una más

  • La colaboradora ha regalado un pijama como el suyo a todos los concursantes

  • Las risas han invadido la casa de los secretos desde su llegada

La entrada de Belén Esteban a la casa supuso una auténtica sorpresa para los concursantes. Desde el minuto uno, Belén ha querido disfrutar de la experiencia al máximo y se ha convertido en una más. Tanto, que la VIP decidió dormir en la misma habitación que todos ellos.

Sus primeras horas en Guadalix han dado para mucho. Después de lucir su mítico pijama y de entablar las primeras conversaciones con los concursantes, Belén no perdió la oportunidad de darles un tirón de oreja por la limpieza: "Anda, que tenéis la casa limpita, eh. La madre que os parió. Os voy a poner finos", decía entre risas. Pronto dejaba a un lado la firmeza para ofrecerles una buena tortilla de patatas con mayonesa.

En su primer tour por la casa, la colaboradora seguía alucinando con la falta de orden y con las camas sin hacer. Eso sí, el vestidor le encantó: "Qué chulo, eh, es muy bonito".

Y con la comodidad como de quien está en su casa con su gente, Belén comenzó a abrirse con los chicos: "Qué ilusión, otra vez aquí, madre mía... Yo que juré que no volvía a entrar. Yo adelgacé doce kilos aquí", les contaba ante sus atentas miradas. "Pues no he engordado, porque el pijama se me cae todavía", y las carcajadas llenaban el salón.

Pijamas para todos

Belén acudía a El Cubo para recoger los regalos que les había traído a los concursantes. Y ahí estaban, todas las bolsas con sus nombres. Cargadita con todos ellos, se los entregaba y enloquecían. ¡Pijamas para todos! Carlos lo lucía enseguida: "Estamos ya belenizadas".

Para sorpresa de todos, Colchero presentaba ciertos problemas con el nuevo pijama: "Se le nota la grúa un montón", decía Laila. Belén no había llegado a oír qué era lo que se le notaba. Se acercó para enterarse y sus risas se oyeron hasta en Japón.

Llegó la hora de irse a la cama y Belén tardó en encontrar la postura. Las almohadas, la corriente que entraba por la puerta y los ruiditos parecía que iban a complicar su estancia en la casa, pero todo se solucionó en un momento y pudo dormir como un bebé.