‘Supervivientes’ era muy distinto hace diecinueve años. Para empezar, no había galas en directo y en las expulsiones la audiencia no tomaba partido, eran los propios concursantes quiénes decidían a quién querían mandar a su casa. Recordamos cómo era la mecánica del concurso en el año 2000 y quién fue la primera persona que abandonó el reality.
Para ellos todo era nuevo: el hambre, la convivencia televisada y sobre todo la mecánica del reality. Por el año 2000, las cosas eran muy distintas. No existían las nominaciones como tal y eran los propios concursantes los que decidían, directamente, quién tenía que abandonar la experiencia. El que más votos acumulara tenía que despedirse del paraíso situado en Panamá.
En el año 2000 no estaba Lara Álvarez y tampoco había una Palapa que acogiera la ceremonia sagrada de las nominaciones. Era el mítico presentador, Juanma López Iturriaga, quien recibía a los concursantes en el ‘Consejo de la isla’, un espacio de lo más acogedor, en el medio de la selva, en el que los concursantes se reunían para compartir sus experiencias con la audiencia.
No había Palapa y tampoco fuego para quemar los votos. A diferencia de las últimas ediciones de ‘Supervivientes’, en la primera, los concursantes escribían el nombre de la persona a la que querían expulsar en un pedazo de papel y lo introducían en un recipiente de cerámica que se encontraba en lo alto de 'El árbol del Consejo de la Isla'.
María Elena, una estudiante de magisterio de 22 años, fue la primera expulsada de la historia de ‘Supervivientes’ en el año 2000. Sus compañeros tomaron la decisión tras descubrir que tenía actitudes un poco “torpes”, como tirar al suelo un tupper con la poca comida que tenían, y falta de soltura a la hora de relacionarse con el resto de robinsones.
Ni palafito, ni isla desierta. En la primera edición de ‘Supervivientes’ no había vuelta atrás. Una vez que eran expulsados, tenían que cruzar una pasarela de madera que les conducía a la lancha que les llevaría de vuelta a la civilización.
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