Fortalezas y debilidades de los concursantes para convertirse en finalistas

Fortalezas y debilidades de los concursantes para convertirse en finalistas

Analizar ‘realities’ es para el gato tan satisfactorio como formar parte de ellos para sus concursantes. El placer de ver frente al de ser visto.

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Hace 82 días comenzaba esta edición sin un cabeza de cartel muy famoso que sorprendiera por resultar poco previsible su participación en un reality de supervivencia extrema como este. Por eso hubiera podido parecer que faltaba un elemento de suficiente calado que pudiera enganchar a la audiencia y tenerla plenamente satisfecha. Gran error porque siempre he tenido la convicción de que la mayoría buscamos una historia de superación protagonizada por los concursantes de igual manera que el aficionado al atletismo espera unos Juegos Olímpicos en la confianza de que se batirán los más ansiados récords. Y tanto en un caso como en el otro lo de menos es que los héroes vengan precedidos de mayor o menor fama.

En Supervivientes la fama es accesoria, aunque no niego que válida para reunir frente a la pantalla a un público importante prestado de otros formatos, más interesado en las historias colaterales que decoran la principal que en la pura supervivencia. Porque la historia principal habla de las capacidades para resistir a un naufragio. Muchos critican que les den tanta comida en los juegos de recompensa o que cada vez estén mejor dotados para afrontar las artes de la pesca. Incluso que un experto local vaya a darles clases al respecto. La verdad es que todo se critica, tanto si les dan peces como si les enseñan a pescar. Si la aventura fuera más cruda, aproximándose a la de náufragos reales, se resentiría el espectáculo.

Lo bueno de este formato televisivo es que no se maquilla la realidad. Hay algo más que apariencia tras las exageradas pérdidas de peso que experimentan la mayoría de los concursantes, el pelo dañado y descuidado, las pieles ajadas y extremadamente bronceadas, las heridas en brazos y piernas, la marca de las picaduras de insectos, los problemas intestinales o las barbas de ermitaño de los chicos. Detrás de todo eso hay una historia de sacrificio que casi todos añoran cuando salen y repetirían tras haber conocido su dureza. Las aparentes facilidades que les proporciona el programa no evitan el sufrimiento, solamente facilitan el espectáculo. Unos concursantes aún más debilitados y con escasas o malas herramientas para procurarse el sustento no tendrían fuerzas ni siquiera para intentarlo.

La eterna discusión sobre si cuenta más la convivencia o la supervivencia parte de un planteamiento falaz, porque la convivencia es parte de la supervivencia. Sospecho que cuando se plantea así la cuestión es porque se quiere poner en valor al concursante que cuenta su vida o de la otros, aquel que da argumentos para ser comentados profusamente en otros programas. Pero eso es la espuma de la cerveza, un elemento accesorio que no es de mi interés. Lo realmente importante es la lucha por la supervivencia mostrada con desnuda crudeza. Y, claro está, parte de la dificultad está en saber gestionar las relaciones sociales con los otros concursantes, lo cual tiene una especial complejidad dadas las duras condiciones de vida del grupo.

Melyssa asiste a Tom Brusse tras un fuerte mareo

Lo hemos visto esta semana, con cinco concursantes en playa Destierro, un lugar casi inhabitable para uno solo. En horas se han producido allí más discusiones que durante toda una semana viviendo en playa Uva o cayo Paloma. En la medida que la vida es más dura se complica más la convivencia, que en nada depende del número de convivientes. Condiciona mi criterio a la hora de valorar a los concursantes el hecho de que no haya tenido el casting de este año una figura de gran fama, efervescente y actual; así como la consideración de que para sobrevivir no solo hay que pescar, sino también saber convivir. Por todo ello, solo necesito fijarme en dos capacidades para decidir quién merece más llegar a la final: la capacidad de supervivencia y la de concentrar la atención de la audiencia.

Lo mejor de que no haya existido un reclamo a lo Isabel Pantoja es que los protagonistas de esta edición han logrado atención por lo que hacen y no por lo que son. Escapa a eso Olga, por estar parte de su familia en el ojo del huracán mediático y, si acaso, la variable amabilidad en el trato entre Melyssa y Tom por lo que eso puede significar para el futuro de la pareja y una hipotética nueva unión. O sea, menos de nada. Quiero decir, en definitiva, que todo lo señalado me pone especialmente fácil describir las fortalezas y debilidades de cada concursante que ha logrado sobrevivir a estas alturas del concurso. Vamos a ello (los concursantes aparecen por orden alfabético de los nombres).

Alejandro: La apariencia de inactividad que atesora ya le haría poco merecedor de un puesto en la final. Por otro lado, su protagonismo ha estado casi siempre asociado a un cierto acoso al que fue sometido por Tom y Gianmarco. A favor su fortaleza física y mental. Mi respuesta sería un no.

Gianmarco: Mantener impertérrita la sonrisa no es suficiente para merecer ser finalista. Su alianza con el grupo de las chicas, que en algunas ocasiones se tambaleó, le puede facilitar mucho llegar al final. También el enorme apoyo popular que le ha salvado de muchas expulsiones con antelación. Si no fuera por su conocida personalidad y su dominio del reality estaría hablando de él como un concursante mediocre. Mi respuesta es un no.

Melyssa: Ha suplido sus limitaciones como concursante con una personalidad adorable. Es tan perfecta que apenas se nota si ha pescado o no más que el resto (posiblemente haya sido la que menos). Su fortaleza y habilidad en las pruebas completan un perfil al que indudablemente digo sí.

Unificados

Lara: Constante y obsesiva tanto en la consecución de las tareas que se propone como en la convivencia con sus compañeros. Como polemista y follonera responde a un perfil estándar de concursante de reality que siempre he apreciado. Aunque no llegará y si lo hiciera jamás podría ganar, mi respuesta es un sí.

Lola: Puede que sea lo más parecido al concursante perfecto. Algunos de sus compañeros, ayudados por visitas tóxicas como la de Anabel Pantoja, son responsables de que tenga unas expectativas posiblemente excesivas. Solo eso puede llegar a malograr su concurso. Obviamente, para mí es un rotundo sí.

Olga: Salvo por su éxito en algunas pruebas no se puede decir que haya destacado en nada más. Nada que no sea la explotación de su historia personal, algo tan lícito en el juego como poco interesante. Por no hablar de su afición a bordear lo permitido en los juegos, lo cual no deja de ser anecdótico. Para mí es un no.

Tom: No se puede negar que se ha esforzado en imprimir su propia personalidad a su participación en el concurso. Embaucador, inteligente y sutilmente manipulador, ha hecho todo lo posible por llegar a la final. Por mí lo dejaría en quizás, que no es poco.

Tómese todo lo dicho anteriormente como un ejercicio sin intención ninguna de trascendencia, una especie de hemorragia de opiniones ideal para un día sin actualidad que poder comentar en torno al programa.

Omar y Anabel Pantoja desatan su pasión en la playa de Honduras

Moleskine del gato

No se ponen de acuerdo en algunas cosas los concursantes, tanto quienes siguen en el juego como los ya expulsados. Me refiero, por ejemplo, al vigor sexual de los chicos. Anabel cuenta que Omar tuvo que esperar un rato para salir del mar sin evidenciar que había respondido a ciertos estímulos ante su compañía. Sin embargo, Tom y Gianmarco no aprecian actividad de ningún tipo ahí abajo. Según confesión de Gianmarco: “El ‘pitón’ está cansado”. Tom comparte la experiencia de su compañero, lo cual le inquieta: “Me estoy empezando a preocupar. Aquí absolutamente nada. Cero”. Ni siquiera ayudó la canela de unas natillas que comieron por una recompensa (igual lo de la canela es una leyenda urbana). En plató, Carlos coincidía este domingo con lo expresado días atrás por Tom y Gianmarco.

También se han observado discrepancias sobre el olor de los concursantes. Luca, hermano de Gianmarco, volvió diciendo que desprendían “un olor horrible, lo más fuerte y desagradable” que había olido en su vida. Nada parecido a lo descrito por Paz Guerra, madre de Alejandro, para quien los concursantes olerían “a humo y mar”. Por lo que yo he podido hablar con personas del equipo y algún concursante está más cerca de la realidad la segunda y última observación.

Esta noche Mañana (me lío con los cambios de día) se completará la unificación durante Tierra de nadie. Carlos Sobera tendrá el honor de descubrir el pastel a los tres que siguen en playa Destierro. Comienza otro concurso y diría que este es el definitivo.

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