Cristina deberá seguir viviendo en la casa familiar, ya que no ha quedado acreditado que su comportamiento esté apoyado en la mala fe, ni está considerado una falta grave. Al no ser económicamente independiente, su madre Ángela tiene la obligación de proporcionarle lo indispensable para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, incluso después de la mayoría de edad, como señalan los artículos 142 y 143 del Código Civil. Además, la letrada cree que a las dos protagonistas de la historia les vendría bien acudir a terapia con un buen profesional que les ayude a superar sus diferencias.