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Sharon Stone y la libertad de reinventarse después de los 60: “No voy a disculparme por envejecer”

Sharon Stone en los Globos de Oro. Getty Images
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A los 67 años, Sharon Stone sigue desafiando las reglas no escritas de Hollywood y, lo que quizá es aún más importante, las de la vida misma. Nacida el 10 de marzo de 1958, la actriz no solo ha sido icono de una era cinematográfica; sino que también ha sobrevivido a situaciones que amenazaron con apartarla para siempre de la escena pública. Hoy, tras más de dos décadas de reinvención, emerge de nuevo con un mensaje claro: la edad no es una excusa para dejar de crear, ni un motivo para disculparse.

Tanto es así que afirma sin miedo en una entrevista reciente que "No voy a disculparme por envejecer", en lo que supone toda una declaración de intenciones sobre su futuro. Y es que, la actriz está orgullosa del camino que ha recorrido hasta ahora, con sus idas y venidas, pero tiene claro que está en una edad extraordinaria, afirmando sin temor que "Me lo estoy pasando bien. De repente, los niños se han ido y estoy como: ¿Qué voy a hacer ahora? Creo que lo que voy a hacer es volver a trabajar"

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Un 1 % de probabilidades y un regreso improbable

En 2001, Stone sufrió una hemorragia cerebral tan grave que, su cerebro sangró durante nueve días” y los médicos le dieron apenas un 1% de posibilidades de sobrevivir. La recuperación fue lenta y dolorosa, ocupando varios años de su vida, hasta el punto de que tuvo que reaprender a andar, hablar y leer. La actriz recuerda que, tras superar la fase crítica, la industria pareció penalizarla por haber estado en dicha situación. “Era como si hubiera hecho algo malo o incorrecto… Hice todo lo que se me permitió hacer para pagar mi penitencia por enfermarme”, confiesa en una reciente entrevista a The Guardian.

Este período marcó un punto de inflexión para Stone. Sin la avalancha de papeles protagonistas que había disfrutado durante la década de los 90, Stone tuvo que encontrar otras vías para canalizar su energía creativa y compromiso personal, convirtiéndose así en activista y explorando nuevas facetas artísticas. Ha seguido trabajando, sí, pero muy lejos del papel protagónico que tuvo años antes.

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En esta misma conversación con The Guardian, la actriz expone con franqueza una de las partes más oscuras de su vida, el abuso sexual que sufrió de niña a manos de su abuelo. Hablar de ello no supone un simple acto gratuito, sino una forma de alentar a otras personas a romper sus propios silencios. “La verdad es liberadora, aunque incómoda”, deja entrever su testimonio.

Para un público mayor de 60 años, esta sinceridad adquiere un valor especial. Vivir más significa acumular más experiencias, pero también más heridas. Reconocerlas y verbalizarlas, como hace Stone, es una invitación a no permitir que la edad o el miedo se conviertan en barreras para contar la propia historia.

Belleza y talento que no caducan

Stone nunca ha renegado de su imagen pública, pero a los 67 se permite cuestionar la obsesión por la juventud que sigue dominando la industria. La actriz subraya que “hay que seguir amando tu cuerpo” incluso cuando se aleja de los cánones más celebrados. Este enfoque no es solo estético, sino también filosófico: envejecer, para Stone, implica aceptar la transformación sin renunciar a la esencia.

Su próxima aparición en la secuela Nadie 2 no es un intento de revivir glorias pasadas, sino la confirmación de que se puede trabajar con la misma pasión, adaptando los retos al momento vital en que uno se encuentra.

Más allá de las pantallas, Stone ha canalizado su energía hacia la pintura, las causas humanitarias y el activismo. En los últimos años, su obra pictórica ha sido expuesta en galerías internacionales, ampliando su identidad creativa más allá de la interpretación. Esta diversificación no es casual: responde a la misma filosofía que impregna su vida actual, en la que la edad no define lo que uno puede —o no puede— hacer.

En este sentido, Sharon Stone se ha convertido en un referente para quienes, al alcanzar o superar la sexta década de vida, sienten que es momento de reescribir su narrativa personal. Ya sea a través de un nuevo proyecto profesional, una afición descubierta tarde o un testimonio valiente, su ejemplo demuestra que nunca es tarde para empezar otra vez.

Así, la vida y trayectoria de Stone, con sus luces y sombras, habla de resiliencia, honestidad y capacidad de adaptación. No es la historia de una estrella que intenta congelar el tiempo, sino la de una mujer que entiende que cada etapa ofrece una nueva forma de brillar. En sus propias palabras, recogidas en múltiples entrevistas recientes, la clave está en no pedir permiso para envejecer ni para seguir adelante.

A los 67 años, Sharon Stone no solo conserva la fuerza que la hizo inolvidable en Instinto básico, sino que la ha transformado en una versión más compleja, más consciente y más libre de sí misma. Su mensaje, implícito pero contundente, es que el verdadero poder no está en volver a ser lo que fuiste, sino en abrazar lo que eres ahora.