Alimentación

¿Qué se hace a las uvas para que no tengan semillas?

Uvas. unsplash
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Hay personas que no soportan las uvas con semillas. Por eso no las comen o, cuando lo hacen, las abren para retirar esas pepitas. Afortunadamente para ellas, ese inconveniente es cada vez menos frecuente porque desde hace unos años es fácil encontrar en las tiendas uvas sin semillas.  

Ahora el problema es otro: los recelos que esas uvas sin semillas generan entre algunas personas, sobre todo porque desconfían del modo en que se obtienen. Pero lo cierto es que no hay motivo para ello. 

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Las semillas no siempre son imprescindibles

Como casi todo el mundo sabe, las uvas tienen semillas de forma natural, ya que es el modo en que las plantas se reproducen. En dichas semillas se encuentra el embrión de una nueva planta. Así, cuando caen al suelo y se dan las condiciones adecuadas de humedad, temperatura, etc. las semillas comienzan a germinar y dan lugar a una nueva planta.  

Esto es fundamental en las plantas silvestres. Pero en las plantas que se cultivan para cultivo humano las semillas no son imprescindibles porque existen otros modos para obtener nuevas plantas.  

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Así que cuando las semillas resultan molestas, como ocurre en muchos casos con las uvas, se buscan modos para desarrollar variedades que no las tengan.

Uvas sin semillas por causas naturales

La forma más sencilla de conseguir uvas sin semillas consiste en buscar las variedades que carecen de ellas de manera natural debido a una mutación espontánea. Por ejemplo, la variedad sultanina o Thompson Seedless es popular desde hace siglos por esta característica y por eso es también una de las más utilizadas para elaborar uvas pasas.  

Selección e hibridación

Muchas personas piensan que las variedades de uvas sin semillas que hoy se venden en las fruterías son transgénicas o se obtienen mediante ingeniería genética, pero no es así. De hecho, en Europa no se ha aprobado la venta de ninguna fruta transgénica.  

En realidad lo que se hace es utilizar las técnicas agrícolas que se han empleado durante milenios: selección e hibridación. Es decir, se seleccionan las variedades de uva que resultan interesantes y se cruzan entre sí para obtener nuevas variedades que reúnan las características deseadas, por ejemplo, la ausencia de semillas. 

Uno de los métodos más comunes para conseguirlo es el de inducir la partenocarpia, que es un fenómeno mediante el cual una planta puede producir frutos sin necesidad de fertilizar los óvulos y por lo tanto sin semillas 

Cómo se reproducen

Estas variedades sin semillas se reproducen de forma vegetativa, es decir, mediante esquejes o injertos. Es decir, se corta una parte del tallo que tenga yemas y se planta, o bien, se toma una rama de la planta deseada, es decir, de la que no tiene semillas, y se une a otra planta que sirve como soporte (portainjerto). 

Por qué no son como las uvas tradicionales

Las uvas sin semillas que encontramos hoy en el mercado no solo se diferencian de las variedades tradicionales por la ausencia de pepitas. También reúnen otras características que las hace distintas; por ejemplo, muchas tienen una textura más firme y crujiente, son más dulces y tienen un aspecto diferente en lo que respecta al color y al tamaño, que suelen ser más homogéneos. 

Estas otras características no se deben directamente a la ausencia de semillas, pero sí tienen algo que ver. Y es que estas nuevas variedades de uva se desarrollan con la idea de reunir las cualidades que suelen ser más apreciadas por los consumidores, es decir, que no tengan semillas, que su aspecto sea llamativo y homogéneo, que su textura sea firme y crujiente y su sabor dulce. 

Más comodidad, pero un poco menos de nutrientes

Así pues, podemos comer uvas sin semillas con total tranquilidad, si es que las preferimos sobre las variedades tradicionales que sí tienen pepitas. Así ganaremos en comodidad. Eso sí, debemos tener en cuenta que las semillas aportan nutrientes interesantes, como antioxidantes, aunque también es cierto que la cantidad que ingerimos en cada ingesta no es muy grande, así que tampoco es algo que deba preocuparnos. 

En definitiva, las uvas, con semillas o sin ellas, son un alimento interesante. La mejor opción es la que más nos guste.