¿Cómo se consigue que las sandías no tengan pepitas?

Ahora es normal comprar sandías sin pepitas, pero hace tan solo dos o tres décadas eran una rareza
Muchas personas se preguntan cómo se ha conseguido. ¿Su consumo supone algún problema?
Si nos montáramos en la máquina del tiempo y viajáramos tan solo dos o tres décadas atrás podríamos comprobar que la mayoría de las sandías que se vendían tenían semillas. Así que para comerlas había que tener bastante paciencia y cierta habilidad. Cada persona tenía su propia estrategia. Por ejemplo, había quien las quitaba una a una con un cuchillo, mientras que otras personas las escupían una vez que ya las tenían en la boca.
La cuestión es que la experiencia resultaba un poco engorrosa. Pero todo cambió con la llegada al mercado de la sandía sin pepitas. Su éxito no fue inmediato, quizá por la desconfianza que generaba entre algunas personas y por su precio, generalmente más alto que el de la sandía convencional.
Pero hoy en día se han girado las tornas, de manera que lo habitual es encontrar sandía sin semillas en las fruterías, mientras que, si la queremos con semillas, hay que buscarla expresamente porque ya es una rareza.
La sandía sin semillas no es transgénica
Lo primero que hay que aclarar es que la sandía sin semillas no es transgénica. Es decir, para desarrollarla no se ha introducido ADN de otras especies. Tampoco se han empleado técnicas de ingeniería genética. Y lo mismo podemos decir del resto de frutas que encontramos en las tiendas porque, a día de hoy, no está aprobada en la Unión Europea ninguna fruta transgénica.
De todos modos, en caso de que así fuera, no tendríamos de qué preocuparnos, ya que antes de aprobar ese tipo de alimentos se someten a controles estrictos y numerosos para asegurar que son seguros para la salud. Además, en su etiqueta deben indicar que proceden de organismos modificados genéticamente.
El secreto de la sandía sin pepitas
Para lograr que las sandías no tengan pepitas se utilizan técnicas agrícolas convencionales. A grandes rasgos, lo que se hace es cruzar plantas de sandía con diferente número de cromosomas. Para quien no lo sepa, esto puede sonar raro, pero es algo parecido a lo que se hace para obtener una mula a partir de un burro y una yegua.
Hay que aclarar que las células de las plantas, igual que las de los animales, contienen cromosomas, que son las estructuras donde se encuentra la información genética, es decir, la que determina los rasgos de un individuo y que proceden de sus progenitores. Normalmente, una sandía común tiene dos juegos de cromosomas, lo que significa que es diploide (2n).
Para obtener una sandía sin pepitas, esa planta diploide (2n) se cruza con una planta tetraploide, es decir, una planta que tiene cuatro juegos de cromosomas (4n). Esta última se obtiene utilizando una sustancia procedente de una planta, llamada colchicina, que permite duplicar los juegos de cromosomas.
Como resultado de cruzar una planta diploide (2n) con otra planta tetraploide (4n) se obtiene una planta triploide, es decir, con tres juegos de cromosomas (3n). Como esta tiene un juego impar de cromosomas, no puede reproducirse por sí misma. Es decir, es estéril y produce sandías sin semillas. Aunque siendo estrictos, puede tener semillas, pero no son fértiles y no están desarrolladas. Por eso son muy pequeñas y de color blanco.
¿Cómo se cultiva una sandía sin pepitas?
Después de lo que acabamos de comentar, lo primero que podemos preguntarnos es cómo es posible que se cultiven las sandías sin pepitas, dado que son estériles.
Las plantas triploides (3n) necesitan ser polinizadas para que se forme el fruto, es decir, la sandía sin semillas. Para ello se plantan junto a ellas otras plantas convencionales, es decir, diploides (2n), que sirven como plantas polinizadoras.
Para llevar a cabo esa polinización, se utilizan abejas que trasladan el polen desde las plantas diploides hasta las triploides. De este modo se puede desarrollar finalmente la sandía sin semillas.
En definitiva, la sandía sin semillas no se obtiene por ingeniería genética, sino por métodos agrícolas convencionales. Se trata de una fruta segura y saludable que podemos consumir sin preocupación. Y que además nos evita el engorro de tener que retirar las semillas. Por eso la sandía cada vez se consume más.
