De ruta: las gildas y pintxos que mejor definen el sabor de Vitoria-Gasteiz

La capital alavesa reivindica su tradición culinaria a través de dos iconos: la gilda y el pintxo, nacidos en Euskadi y convertidos hoy en una forma de vida
En este vídeo encontrarás gildas clásicas, pintxos creativos y la experiencia local que no te puedes perder en tu ruta por Vitoria, ¡dale play!
Vitoria-Gasteiz siempre ha sido una ciudad que se vive despacio, con la calma orgullosa de quien sabe que tiene algo bueno entre manos. Verde, amable, cómoda y con una calidad de vida que se mantiene entre las mejores del país, la capital alavesa guarda un tesoro que late en cada esquina: su manera de comer y de compartir la vida. Y en esa cultura que mezcla tradición, conversación y sabor, hay dos protagonistas indiscutibles: el pintxo y la gilda.
Así como hemos recorrido otros destinos españoles a través de su gastronomía, es momento de darle el espacio que se merece a las delicias vascas.
La Gilda: el palillo que cambió para siempre la gastronomía vasca
Pocas historias son tan deliciosas como la de la gilda, un invento nacido en los años 40 en el bar Casa Vallés de San Sebastián. Su autor, Joaquín Aramburu ‘Txepetxa’, un cliente habitual, decidió unir con un palillo aquello que ya se servía por separado: guindilla, aceituna y anchoa. La mezcla era fresca, atrevida, juguetona… y alguien dijo que aquello recordaba a Rita Hayworth en “Gilda”: verde, salada y un poco picante. Nació así el pintxo más emblemático de Euskadi y la semilla de todo un movimiento gastronómico.
Desde entonces, la gilda se ha reinventado en mil versiones: La clásica, intensa y salina. La de boquerón, más suave y ácida. La creativa, con queso, pepinillo, tomate seco, bonito, cebolleta, incluso salmón ahumado o jamón serrano. La gilda evoluciona y se adapta a los nuevos paladares.
El pintxo: miniatura, arte y una forma de vivir
El pintxo, alma de Euskadi, nació también en Donostia. En sus bares del centro alguien decidió que aquellas pequeñas creaciones merecían un escenario propio: una rebanada de pan, un palillo, y una idea brillante detrás. Con la gilda como germen, las barras se llenaron de pequeñas obras de arte que hoy definen la identidad gastronómica vasca. Los pintxos se transformaron en alta cocina en miniatura, exportada al mundo entero, pero su magia sigue intacta: cada bocado cuenta una historia, cada bar guarda un secreto.
Y aunque San Sebastián acapare titulares, Vitoria no se queda atrás. Con calles emblemáticas como Cuchillería, El Prado o San Francisco, la capital alavesa brilla con su propia luz. Es aquí, de hecho, donde nació hace 20 años el pintxopote, esa maravillosa costumbre de disfrutar de un pintxo y una bebida por un precio popular. Un fenómeno que comenzó en la calle Gorbea y que hoy forma parte del ADN social de media España.
El vino: el compañero natural del pintxo vasco
En Euskadi, el vino no se entiende como un reclamo ni como una propuesta aislada, sino como parte inseparable del acto social de salir de pintxos. Forma parte del paisaje y del lenguaje gastronómico.
En las barras de Vitoria es habitual encontrar blancos jóvenes y frescos, vinos ligeros que favorecen el aperitivo, así como txakoli, uno de los grandes emblemas del territorio. Con su acidez marcada, su carácter atlántico y su ligera burbuja natural, el txakoli ha sido siempre el acompañante perfecto de encurtidos, salazones y bocados fríos como la gilda. La tradición invita a tomarlo muy frío, a veces servido desde cierta altura para despertar su chispa. Es parte del rito del encuentro, igual que el zurito o el tradicional vermut del mediodía.
En Bako Bar, el proyecto de Jairo Bosch, uno de los grandes nombres de la hostelería de Vitoria, el vino se integra de la manera en que lo hace en cualquier buena barra vasca: como un elemento que armoniza, no que protagoniza, y que permite que cada gilda y cada pintxo se expresen con toda su identidad.
Vitoria: calidad de vida, buena mesa y una forma de disfrutar el tiempo
Euskadi figura entre las comunidades con mejor calidad de vida, y Vitoria es su corazón verde. Se vive bien, se come genial y se conversa aún mejor. Aquí la gastronomía es más que comida: es una cultura, un ritual, un punto de encuentro entre generaciones. La cocina vasca respira respeto por el producto, orgullo por la tradición y un amor casi poético por el detalle.
Y para entender este viaje de sabores, de tradición y de futuro, nada mejor que escuchar a quien mejor lo conoce. Jairo, propietario de 'Bako Bar', nos explica la magia de la gilda, los secretos del pintxo y el alma gastronómica de Vitoria, ¡dale play al vídeo antes de planificar tu visita!
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