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Aunque quisiera seguir, no podía. Marta ha pasado un auténtico suplicio en sus últimos días en la casa de Guadalix. Pequeños rencores han llegado a paralizar sus emociones por completo. Sola, sin apoyos. Se ha hundido en un mar de lágrimas del que, inequívocamente, tal y como ha interpretado la audiencia, sólo se la podía rescatar con la expulsión.














