Era todo un reto meter a 80.000 personas al día en un recinto y lo sabían. El sistema informático se colapsó y los accesos también. 170 euros de entrada y ni siquiera había personal dando información. Los minutos pasaban y los nervios cada vez eran mayores. Cansados de esperar, comenzaron a tirar las vallas. No estaban dispuestos a pagar tanto dinero por perderse el espectáculo. De momento desde del festival piden disculpas.