Dispuesto a todo para mantener a la Cuqui contenta, Amador acudió a la llamada de la directora del colegio porque su hijo Rodrigo se había peleado con un compañero y le había metido un bolígrafo en el ojo. Amador llegó al colegio totalmente desganado y en tan solo unas horas se convirtió en el rey del AMPA.
Tras una conversación con la madre del niño afectado, Amador sacó sus armas de seducción y terminaron echando un pinchito rápido en el coche. Lo que él no podía imaginar que iba a ser sorprendido por Sonia, la directora y que la mamá iba a correr la voz.
Al ver que era tan fácil ligar con las mamás del colegio, Amador se presentó voluntario para ir a la siguiente reunión del AMPA y comenzó a concertar citas con otras madres. Eso sí, los pinchitos no serían tan fáciles de ejecutar y llegó a encontrarse de frente con el protésico marido de una de ella en mitad del pinchito.
Al ver el potencial de Amador, Sonia decidió que ella también quería probar sus mieles del padre de los Cuquitos y le puso contra la espada y la pared: o echaban un pinchito o sus tres hijos eran expulsados del colegio. Amador no suele resistirse a ninguna mujer, pero a Sonia no conseguía verle ningún atractivo y le costó muy, muy llegar hasta su casa.
Dispuesto a cumplir, por una vez, su labor de padre, Amador se presentó en casa de Sonia, pero al tenerla de nuevo frente a frente con un picardías sin ningún encanto sexual, fue claro y la dijo que no podía. Tenía la esperanza de que se apiadara de él, pero no ha sido así.
Sonia no está dispuesta a que le hagan un desplante más y le ha comunicado a Amador y a su esposa que sus tres hijos están expulsados del colegio. Maite no entendía nada, pero lo ha visto todo claro cuando Amador le ha confesado que Sonia intentó seducirle: “Me puso el pinrel en el salami”.