Josep Pla: Un paseo por la Costa Brava

GEMMA CUERVAS 28/08/2009 14:08

Aunque su pasión por la literatura lo llevó a Girona y luego a Barcelona, nunca se desvinculó de Palafrugell, ni de sus amigos ni de sus paisajes por los cuales sintió devoción.

Pasamos por los jardines de Can Bech donde encontramos el monumento que el pueblo le dedicó al escritor en 1984 y ya estamos listos para empezar a disfrutar de los paisajes que tanto enamoraron a Pla.

Podemos coger un autobús que por 1,35 euros nos llevará hasta Calella. Por el paseo de la Torre accedemos al camino de ronda, un antiguo sendero que bordea la costa brava y que tras la guerra civil solía ser camino de contrabandistas. Sólo caminando por él podremos admirar los acantilados y las calas tan características de esta zona del norte de Cataluña. Incluso pueden aprovechar para darse un chapuzón.

En media hora llegamos a Llafranc. Un pueblo pesquero construido a orillas de la playa. Su bahía se encuentra protegida por la montaña de Sant Sebastià y su playa principal cuenta con un paseo arbolado hasta el puerto, donde existe un pequeño varadero para las embarcaciones. Y si la caminata les ha hecho coger hambre pueden pasar por La Croissanteria de Llafranc. Les proponemos un bocadillo de fuet, el más típico de la zona y para refrescarse un zumo natural. Tienen de 20 tipos diferentes. Todo nos costará unos siete euros.

Y con el estómago lleno podemos seguir caminando. Cerca del Club Náutico encontaremos unas escaleras que nos llevarán camino al Far de Sant Sebastià. Tras un paseo de 30 minutos llegamos al gran mirador.

A 175 metros de altitud sobre el acantilado de Romaboira, este faro, antiguo refugio de ermitaños se ha convertido en un lujoso hotel. En la cima encontramos también los restos del poblado ibérico de Sant Sebastià de la Guarda.

Aquí Josep Pla hizo sus primeros ensayos como escritor en su juventud. Comprueben que inspiración no le faltaba.