Acaba el calvario de la familia de Cipriano Martos, enterrado en una fosa de Reus hace 50 años: “No habrá justicia, pero sí hay alivio”

Antonio Martos temía morir sin enterrar antes a su hermano Cipriano Martos. A los 81 años, a un mes de los 82, este granadino de nacimiento ha estado media vida buscándolo. Nunca se dio por vencido y, este martes, 50 años después, recibió la llamada: “Por fin lo hemos encontrado”, dice a NIUS Antonio. Las pruebas genéticas y antropológicas han confirmado que uno de los cuerpos exhumados en una fosa común del cementerio de Reus, Tarragona, es el de Cipriano, el joven militante antifranquista que fue asesinado bajo torturas de la Guardia Civil hace medio siglo. 

“Estoy muy contento”, relata emocionado. En estos momentos, se acuerda, aún más, del sufrimiento que padecieron sus padres tras la desaparición de Cipriano y el calvario que pasó toda la familia: “Aunque ya no se vayan a enterar de nada, me queda la satisfacción de que van a descansar juntos”, relata Antonio. 

La confirmación de que uno de los restos exhumados en Reus son de Cipriano cierra un capítulo de calvario en la historia de la familia Martos. Otros capítulos, a su pesar, quedarán abiertos, como el de conocer quiénes fueron los responsables de la muerte de su hermano. “Falsificaron la firma de mi padre como si hubiera consentido el enterramiento en Reus”, dice Antonio. Su padre no pudo salir del pueblo, había perdido la visión, lo tenían que acompañar en cada uno de sus pasos y murió 7 años después de la desaparición de su hijo. “Se hicieron pasar por mi padre y nunca sabremos quién lo hizo.. él murió sin poderlo tocar, ni vivo ni muerto”, señala.  

Su madre, que sí se desplazó a Cataluña, suplicó a los agentes ver a su hijo y nunca lo consiguió. Volvió al sur con la esperanza de que Cipriano estaría vivo, en cualquier cárcel y que lo dejarían libre en algún momento. Antonio cree que, mientras su madre rogaba verlo en un cuartel de la Guardia Civil, Cipriano estaba siendo torturado dentro. Según las averiguaciones de la familia, murió el 17 de septiembre del 1973 tras 21 días de agonía. "Nos dijeron que bebió una ácido sulfúrico", dice su hermano, lo que acabó con su vida. Nadie sabía de él hasta que, un año después, recibieron una carta del Ayuntamiento de Reus en la que informaban de que Cipriano estaba enterrado en una fosa común. 

Sin justicia

50 años después acaban de confirmar que las palabras de aquella carta eran ciertas. Hasta este momento, todo eran dudas. “No habrá justicia, pero sí hay alivio”, insiste Antonio, quien no pierde la oportunidad de mandarle un mensaje a “los pocos que quedan vivos de aquella época, que piensen un poco en el sufrimiento que hicieron con sus injusticias, porque ellos habrían tenido el mismo dolor que nosotros, las víctimas, si hubieran sido sus hijos, su madre, su padre o alguien a quien quieran mucho”, sentencia. 

Ahora solo esperan que les entreguen los restos de Cipriano lo antes posible para despedirlo en Huétor Tájar, Granada, donde descansan sus padres. “Los cinco hermanos estaremos allí para enterrarlo, esto me parece increíble”, dice Antonio emocionado, a quien le hubiera gustado que este trámite, la exhumación en la fosa común, se hubiera hecho antes, porque “aunque duele lo mismo, lo hubiéramos encontrado antes”.