Era su último deseo. Morir en paz en su pueblo de Granada. Así lo trasladó en septiembre a su hija Ana cuando ya sabía que sus fuerzas se agotaban. Sin embargo, su enfermedad le impedía subirse al avión para recorrer los más de 700 kilómetros que separan Mallorca -donde vivía- del municipio de Vélez de Benaudalla, en Granada -donde nació, creció y deseaba morir-.
Pero Ana no podía dejar morir a su madre con esa espinita en el corazón y movió cielo y tierra para conseguir que la Fundación Ambulancia del Deseo hiciera realidad lo imposible. Fue un viaje largo en barco, primero, y después en ambulancia desde Valencia hasta Granada.
Muchos kilómetros para una mujer enferma terminal que no podía moverse y tenía que estar tumbada en camilla.
Pero lo imposible se hizo posible y a principios de diciembre desembarcó en Vélez de Benaudalla y pudo despedirse de toda la gente que le había visto crecer. Familiares y vecinos de toda la vida que la han arropado hasta sus últimos días.
Porque la arterioesclerosis y la isquemia crónica en la pierna de Josefina ha acabado por apagar su vitalidad. Lo hacía el pasado 29 de diciembre a los 76 años en la casa donde se sentía feliz. En su pueblo, junto a su gente. Y por fin descansa ya en el cementerio de la localidad junto a sus padres y uno de sus hermanos. Con otros vecinos y amigos a los que había añorado desde que se marchó a Mallorca siendo casi una cría para buscarse un futuro mejor.
Un futuro que, gracias a su hija y a la ONG Ambulancia del Deseo, quedará ya por siempre en Vélez de Benaudalla.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento