¿Por qué las rutas de los aviones son curvas y no rectas?
El divulgador científico Mario Picazo explica en Informativos Telecinco la razón por la que las rutas aéreas son curvas
Factores como el viento, las turbulencias, la carga del avión o el espacio aéreo influyen en la duración de los trayectos
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Una de las principales fuentes contaminantes es el transporte, especialmente el aéreo. Lo cierto es que algo está cambiando en ese sector por el uso del combustible y también por las rutas que utiliza. El meteorólogo y divulgador científico Mario Picazo ha analizado en Informativos Telecinco cuáles son cambios para reducir la huella de carbono de los aviones.
Lo primero a tener en cuenta es la ruta geodésica de los aviones. Y es que los vuelos en avión no siguen una línea recta, sino una trayectoria curva. Se trata de una elección que va más allá de cualquier cuestión técnica: es una adaptación a la curvatura del propio planeta.
"En geometría aprendemos que la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, pero este principio sólo se aplica a superficies planas", señala Picazo. Al considerar la forma esférica de la Tierra, la distancia más corta entre dos puntos se convierte en una curva conocida como geodésica.
Ahorro en consumo y tiempo
Un ejemplo muy clásico es un vuelo transatlántico de Madrid a Los Ángeles. Si el vuelo se hiciera en línea recta serían 9.400 kilómetros, con un consumo de 78.000 litros, pero la ruta más corta, la más directa, es la conocida "ruta polar". Esta acorta la distancia en una cantidad significativa y especialmente en combustible: 66.000 litros frente a los 78.000 de la ruta en línea recta.
Todo ello supone menos huella de carbono, menos contaminación y apoyo para el cambio climático. También hay diferencias en el sentido del viaje. Algunas veces el trayecto puede ser más corto en función del sentido del viaje.
El papel de la meteorología
Tal y como explica Picazo, la meteorología juega un papel fundamental en el tiempo de los vuelos. El vuelo Madrid-Los Ángeles tiene una duración de 10 horas y media, una hora más que si se realiza en sentido contrario. "Tiene que ver sobre todo con el viento predominante", explica el especialistas.
Además, existen otros factores a tener en cuenta como son las turbulencias, la carga del avión y el espacio aéreo. "El combustible está cambiando, los aviones son más eficientes y cada vez volamos contaminando menos", concluye Picazo.
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