Teletrabajo

¿Es real la "fatiga de Zoom"? La ciencia explica por qué las videollamadas te agotan

Las videollamadas tienen sus pros y sus contras
Las videollamadas tienen sus pros y sus contras. Unsplash
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La pandemia global de COVID-19 impulsó el teletrabajo y lo convirtió en una realidad en nuestras carreras profesionales (aunque puede que esté en una tendencia a la baja). Una de las acciones más repetidas para aquellos que trabajan en remoto —aunque tampoco se libran quienes acuden a la oficina— es la de las reuniones a través de llamadas de vídeo, valiéndose de herramientas como Zoom, Google Meet o Microsoft Teams. Si bien pueden ser útiles para conectar a personas en lugares diferentes, la ciencia lleva años advirtiendo de que es una forma de comunicación que acaba de agotar por varios motivos.

Principales motivos por los que agotan las videollamadas

El término “fatiga de Zoom” aparece en un artículo científico publicado en Technology, Mind and Behaviour, revista de la Asociación Americana de Psicología y a cuyo cargo están especialistas del Laboratorio de Interacción Humana Virtual de la Universidad de Stanford (VHIL). A grandes rasgos, hace referencia a las consecuencias psicológicas de pasar horas al día en estas plataformas de videollamadas.

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Uno de los problemas que tiene esta sobredosis de videollamadas es que nos obliga a ponernos delante de la cámara y esa es una de las características que menos gustan a quienes se ven obligados a utilizar las herramientas de videollamada. “La videoconferencia es algo bueno para la comunicación remota, pero solo piense en el medio: el hecho de que puedas usar video no significa que tengas que hacerlo”, resume perfectamente Jeremy Bailenson, director fundador del Laboratorio de Interacción Humana Virtual de Stanford (VHIL).

Los expertos de esta entidad estudiaron los efectos psicológicos que tienen estas herramientas de videollamada y que causan agotamiento y fatiga en los usuarios de aplicaciones de este tipo. El primero es que hay un excesivo contacto visual. En las videollamadas todos miran a todos todo el tiempo en lugar de fijarse en el orador principal. Los oyentes son tratados de manera no verbal como un orador, así que puede que te estén mirando a la par que tú miras a otros y eso no es natural (o al menos no tanto como en una reunión presencial donde queda más claro a quién hay que prestar atención en cada momento).

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“La ansiedad social de hablar en público es una de las mayores fobias que existen en nuestra población. Cuando estás en una videollamada y sientes que todos te miran, es una experiencia estresante”, resume Bailenson. Tampoco ayuda el hecho de que las caras de algunos compañeros de videollamada estén sobredimensionadas porque interpretamos que es como si estuvieran muy cerca de nosotros, simula a nivel psicológico una invasión del espacio personal.

ordenador videollamada

Otro de los problemas que tiene esta forma de comunicación que ha tenido su pico de popularidad en los últimos años es el hecho de que verte a ti mismo durante tanto tiempo es agotador. Usar mucho estas herramientas es como exponernos durante muchas horas a tener un espejo delante de nosotros. “Es agotador para nosotros. Es estresante. Y hay muchas investigaciones que muestran que hay consecuencias emocionales negativas al verse en un espejo”.

El tercer problema de estas videollamadas es que reducen drásticamente nuestra movilidad habitual. Al contrario de otras formas de comunicación como la llamada telefónica, la conversación cara a cara o incluso la reunión tradicional, al menos para quien está exponiendo, las videollamadas no permiten caminar y moverse simultáneamente (o al menos no de forma extendida). “Ahora hay una investigación creciente que dice que cuando las personas se mueven, se desempeñan mejor cognitivamente”, dice el responsable del VHIL.

El último gran problema de esta forma de reunirse en línea es que la carga cognitiva es mucho mayor en los chats de vídeo. En la comunicación en persona, la comunicación no verbal es mucho más natural, porque podemos interpretar mejor los gestos. En las videollamadas es mucho más complicado. “Tienes que asegurarte de que tu cabeza esté enmarcada dentro del centro del marco del vídeo. Si quieres demostrarle a alguien que estás de acuerdo con él, tienes que hacer un asentimiento exagerado o levantar el pulgar. Eso agrega carga cognitiva a medida que usas calorías mentales para comunicarte”.

Además, ciertos gestos no significan lo mismo en unos contextos reales que en los virtuales. Bailenson pone el siguiente ejemplo: “una mirada de reojo a alguien durante una reunión en persona significa algo muy diferente a una persona en una cuadrícula de chat de vídeo que mira fuera de la pantalla a su hijo que acaba de entrar a la oficina de su casa”.

Soluciones a los cuatro grandes problemas que causan “fatiga de Zoom”

En cuanto al primer problema, la solución de los expertos de Stanford es que no usemos Zoom o cualquier otra herramienta de comunicación por videollamada en modo pantalla completa. Tampoco que el tamaño de la ventana de vídeo esté estrechamente relacionado con el tamaño del monitor, para no sentir una invasión de la burbuja de espacio personal.

Videollamada

Para no tener que contemplarnos tanto en ese espejo que es nuestra imagen transmitida a través de la cámara, deberíamos usar al menos la configuración de “ocultar vista propia”. Así, aunque sigamos retransmitiendo y nos hayamos cerciorado anteriormente que estamos bien encuadrados, no tendremos que ver nuestra cara delante de nosotros en pantalla todo el rato.

De cara al tercer error, podemos usar el espacio a nuestro alrededor para ampliar la sala de reuniones que nosotros estamos transmitiendo, colocando la cámara a más distancia y pudiendo usar ese espacio adicional para mover las piernas e incluso tomar apuntes, como sucedería en una reunión presencial.

Para el último error, para que no te abrumen con gestos y formas de comunicación no verbal que tu cerebro esté tratando de identificar, Bailenson recomienda tomarse un descanso en el modo “solo audio”. De esta forma, no tendremos que ver durante un rato a otros participantes y sus gestos perceptibles, pero “socialmente sin sentido”.