El científico que volvió de la muerte: “Hay que mirarla a los ojos porque el más allá tiene muy buena pinta”

“Hay que sacar a la muerte del armario. Viviríamos mucho mejor y moriríamos mucho mejor”, asegura Alex Gómez-Marín
“Yo pediría a la gente que empiece a cuestionarse que la muerte sea el final, porque es posible que no lo sea”
Alex Gómez-Marín regresó de la muerte. Un sangrado digestivo por poco se lo lleva para siempre, pero cuando transitaba hacia el otro lado decidió volver. Experimentó lo que los estudiosos de estos asuntos llaman “experiencia cercana a la muerte, ECM”. Miles de personas han vivido experiencias similares y lo han contado. La diferencia es que Alex Gómez-Marín es físico teórico y neurocientífico, un hombre de ciencia, que siempre ha estado reñida con estas anomalías inexplicables… hasta ahora.
La ECM le cambió la vida, y desde entonces se dedica a estudiar estos fenómenos. Ahora publica La ciencia del último umbral, (Temas de Hoy), donde cuenta su experiencia, las de otras personas que pasaron por el mismo trance, y cómo los científicos empiezan a tomarse en serio que existe una consciencia, que es independiente del cuerpo, y que puede continuar existiendo después de la muerte.
¿Qué es la consciencia?
Para mí, una definición rápida y buena es: experiencia subjetiva.
¿Es lo mismo que alma, espíritu, mente, ego o personalidad?
No, no son sinónimos, son conceptos distintos. En occidente nos cuesta diferenciar unos de otros porque no prestamos atención a estas cosas. En oriente sí los distinguen bien. El tema de las definiciones da para otro libro, pero en éste mi prioridad era quitarle el monopolio al materialismo, que nos dice que todo es materia. Pero no es así. Creo que lo importante es decirle a la gente que es muy probable que haya mente o consciencia más allá del cerebro, más allá del cuerpo.
¿Las plantas y los animales tienen consciencia?
Yo creo que sí. Hay evidencias de muchos tipos. Entre científicos ya hay consensos que dicen que los primates no humanos la tienen, y se habla de los pulpos, de los perros, de los gatos… Hay consenso en que algunos animales tienen mente o consciencia. Y hay investigaciones en cognición vegetal que sostienen que las plantas también.
¿La mente puede existir sin el cerebro?
Mi posición es que sí. Lo que pongo sobre la mesa es que científicamente existe la posibilidad de que la mente vaya más allá del cerebro. Durante muchos años se situaba la mente en la glándula pineal del cerebro humano, y ahora se piensa que está en muchas otras especies animales y más allá del cerebro también. Hay evidencias empíricas que nos sugieren que eso es posible. Hay que trabajar para ver si eso es así o no.
También sostienes que la consciencia trascienda a la vida. ¿Es así?
Sí. Es así. Hay algo de nosotros que sobrevive al final de esta vida. De esto empezó a hablar Raymond Moody hace 50 años en su libro Vida después de la vida, donde recoge los testimonios de 150 personas que tuvieron experiencias cercanas a la muerte.
Esa es la gran apuesta. Si hay algo que sobrevive, que continúa a esta vida. ¿Qué es? ¿Es alma? ¿Es consciencia? ¿Es espíritu? No lo sé. La novedad es que podemos tratar ahora de verlo desde la ciencia, porque cada vez hay más científicos que han superado el tabú que imperaba hasta ahora.
Entonces, ¿crees que la consciencia es inmortal?
Sí. Lo que está cambiando es que la materia ya no es la placa base de todo, lo fundamental. Ahora lo que se propone es que lo fundamental sea la consciencia. Si es así, la consciencia va más allá del espacio, del tiempo, de la energía, de la materia… es ver el mundo al revés. Es inmortal porque está más allá del tiempo y del espacio.
Según esto, de algún modo somos inmortales.
Una parte de nosotros sí. Hay algo que se muere, que se acaba, pero hay algo que continúa y que probablemente sea inmortal, en el sentido de que está fuera del espacio y del tiempo.
Una idea central del libro en la del cerebro permisivo. ¿Esto qué es?
Es mi idea favorita del libro. Se la leí a William James y me tiene enamorado. Hasta entonces, hace ya 100 años de esto, veíamos el cerebro como un órgano productivo. Produce los pensamientos, las intenciones, los recuerdos, la consciencia… todo. James dice que efectivamente existe correlación entre actividad cerebral y actividad mental, pero eso no significa que necesariamente una produzca la otra. Y plantea la alternativa del cerebro permisivo, que filtra la consciencia, la recibe, sintoniza con ella, como un aparato de radio recibe e interpreta las ondas. Esto permite explicar las experiencias anómalas en que un cerebro está plano, sin actividad, pero la persona tiene percepciones y tiene recuerdos. Con esta premisa, se abre la puerta a investigar fenómenos que hasta entonces eran imposibles.
Otra idea presente en el libro es el de la mente extendida. ¿Esto qué es?
Nuestra cultura es cartesiana. Decartes allá por el siglo XVII estableció que existía una res cognitans, la mente, el pensamiento, y una res extensa, el cuerpo, la materia. Pero fallaba el tema de la interacción, de la conexión entre ambas. Decartes pensaba que la mente estaba en la glándula pineal. Luego se descubrió que también estaba en el cortex cerebral. Luego hemos avanzado y sabemos que también el pensamiento se relaciona con otras partes del cerebro y con otros órganos, y finalmente la hemos extendido fuera del cuerpo. Y como digo, hay consenso científico en que también hay mente en los primates no humanos, y en otras especies. Durante mucho tiempo la ciencia no sabía donde colocar la mente, y ahora parece que está en todas partes.
¿Cómo fue su ECM?
Tuve un problema de sangrado en el aparato digestivo. Era una lesión poco común llamada de Dieulafoy, lo que dificultó el diagnóstico. La ECM ocurrió en el hospital. Estaba en un pozo (un pozo muy parecido a uno que conozco bien). Miré hacia arriba. Vi a tres figuras que me esperaban amorosamente en la luz. El contorno del rostro y cabello de cada una de esas figuras se delineaba a la perfección a contraluz. Sus cabezas configuraban un triángulo perfecto en el círculo de la apertura. Sabía quién era cada uno de ellos; no eran familiares difuntos, sino guías espirituales. Me ofrecían una especie de cañas para salir del pozo. Tuve la certeza de que si aceptaba su ayuda no habría vuelta atrás. La comunicación era sutil, sin palabras. Diría que casi sin pensamiento. Allí uno piensa y habla poco o nada. Allí simplemente uno sabe. De manera sosegada les transmití que declinaba su invitación de salir del pozo. Decidí regresar. Y, sin más, me desperté de nuevo en la habitación.
¿Qué sensaciones tuvo?
Estaba feliz, tranquilo, en paz, con total conciencia de lo que estaba pasando. Con la seguridad de la certeza absoluta. Estaba como en la gloria. Hay que quitarse el miedo a la muerte porque casi todos los que hemos vuelto contamos que ese tránsito es algo maravilloso. El más allá tiene muy buena pinta. Hay que sacar a la muerte del armario y mirarla a los ojos. Viviríamos mucho mejor y moriríamos mucho mejor.
¿Las ECM tienen valor de evidencia científica?
Hay gente que trata de hacerlas de menos y las identifica con alucinaciones, pero son totalmente distintas. Son positivas, memorables, consistentes, tiene características propias totalmente diferentes a las de las alucinaciones. Hay casos probados de personas en parada cardiorrespiratoria y encefalograma plano que regresan y nos cuentan su experiencia, con detalles precisos de lo que ocurre, que sería imposible inventar, si no estuvieran conscientes en ese momento, aun estando clínicamente muertos. No son uno ni dos, hay miles de experiencias de este tipo y si no se cuentan más es porque este tema aún es tabú para muchos.
¿Se podrían establecer puentes entre esta dimensión de la consciencia y las otras dimensiones?
En teoría sí. De hecho, en la historia de la Humanidad siempre ha habido personas, yo les llamo atletas de la consciencia, que han buscado, y a veces encontrado, estos puentes. Llámalos eremitas, santos, chamanes… Con nuestra mentalidad cartesiana nos parece un poco de cuento de hadas, pero pienso que tiene mucha más verdad de lo que imaginamos.
La gran mayoría de las personas que cuentan su ECM dicen que se siente como una abrumadora sensación de paz y bienestar, incluida la ausencia de dolor y que se experimenta otro mundo de mucha belleza. Tú acabas de decir que se está como en la gloria. ¿Dónde se queda el mal, el odio, la tristeza, la envidia, todo lo oscuro y perverso que tiene la vida? ¿No hay mal en el más allá?
No lo sé. Los testimonios recogidos hablan de un tránsito positivo en su gran mayoría. Pero también hay alguno que cuenta que se encontraba en la nada más absoluta, en la ausencia total, y regresó aterrado. Por eso es importante estudiar de manera seria estas expderiencias.
Qué mensaje dejas desde la experiencia transformadora que has tenido tú.
Todos vamos a pasar por ese umbral. Se puede creer a los que hemos vuelto y contamos que tiene muy buena pinta, o no. La ciencia se empieza a abrir al estudio de posibilidades que hasta hace poco eran impensables. Yo pediría a la gente que empiece a cuestionarse que la muerte sea el final, porque es posible que no lo sea. Y también que la muerte sea algo terrible, porque igual es algo maravilloso.


