Médicos

La ciencia da un paso de gigante para estudiar mejor los virus: ahora han empezado a escucharlos

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Importante avance. Pexels
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Cuando se trata de hablar de microbios y virus, una de las primeras cosas que se nos vienen a la mente son las imágenes. Gracias al soporte visual somos capaces de comprender la forma que tienen, su estructura y su tamaño --entre muchísimos otros elementos de su composición--. Sin embargo, el sonido es el nuevo protagonista de cara a la investigación.

Un estudio publicado en la revista científica Science desvela un nuevo método con el cual se pueden escuchar los virus y microorganismos debajo del microscopio. Ha sido un equipo de investigación de la Universidad Estatal de Michigan --EEUU-- quiénes han desarrollado un nuevo sistema de láser que permite obtener datos del sonido. Pero, ¿para qué sirve escuchar el ruido que hace un virus? ¿Cómo es posible que ahora emitan sonido?

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Las vibraciones entran en la ecuación

El sistema de láser que han desarrollado consta de dos partes. Cuando se observan organismos debajo de un microscopio, se les apunta con un láser extremadamente preciso que les hace rebotar. Este movimiento genera una vibración, la cual, para ser escuchada, se mide con un segundo láser. Por lo tanto, la primera parte de este nuevo método consiste en obtener una medición de las vibraciones --que se pueden escuchar-- del virus al que están apuntando.

Una vez tenemos el método, ¿cuál es la utilidad real de que se pueda escuchar un virus, un microbio o un agente patógeno? La clave, de acuerdo con lo que han dado a conocer desde el equipo de investigación, tiene que ver con el rastreo.

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El sonido: el nuevo aliado para rastrear virus

El uso del sonido en este terreno tiene que ver --a su vez-- con el propio ciclo vital del virus. "Demostramos que podemos rastrear virus de forma individual, pero también podemos escuchar su ruptura. Cuando la frecuencia del sonido comienza a disminuir, significa que este empieza a romperse. Es como un globo que se desinfla", explica el equipo de investigación.

También tiene que ver con la posición --la ubicación-- donde está el patógeno: "El sonido que emite un microbio podría cambiar si está en el aire o dentro del cuerpo. Tendremos que realizar muchos experimentos con diferentes virus en distintos entornos ", remarcan.

¿El objetivo final? Que cuando se estudien los agentes patógenos, "en vez de tener una foto", se "obtenga una película al uso de los microbios que hay en el ambiente", explican.

Todavía en fase experimental

Aunque, por el momento, han conseguido llevar a cabo los primeros resultados con éxito --y la universidad lo califica como "una nueva forma de ver la biología"-- esto es un procedimiento todavía experimental.

Se apunta a que todavía "no hay una biblioteca sólida de sonidos" con los que tener un bagaje suficiente como para distinguir los virus que se están analizando. El mapa del nuevo horizonte se complementa con el hecho de que "muchos microbios pertenecen a especies con muchos miembros emparentados", explican.

El ejemplo que ponen encima de la mesa tiene a la bacteria E. coli como protagonista: "Aunque la mayoría son inofensivas para las personas, algunas cepas pueden causar enfermedades muy graves. Dado que todas tienen casi la misma forma y están compuestas por casi las mismas proteínas, puede ser difícil distinguir entre las inofensivas y las dañinas", concluyen.