Los vecinos del Valle de Compostela de Mabini, en Filipinas, vieron flotar un cetáceo y llamaron a Darrel Blatchley, que acudió rápidamente con la esperanza de salvar su vida, pero el ballenato de Cuvier llevaba meses o incluso años sufriendo el daño de los plásticos en su organismo y no pudo hacerse nada por salvarlo.
Batchley es dueño del museo D'Bone Collector y describe con lástima el estado del animal. "Su estómago era tan duro como una pelota de béisbol", publicaba en Facebook. No le cabe duda de que el plástico está detrás de su muerte, dada la grandísima cantidad que había ingerido.
Las imágenes de la necropsia, donde se ve cómo vacían el estómago de la ballena, son alarmantes. Filipinas es uno de los países más afectados por los vertidos y muchas organizaciones tanto locales como internacionales piden al Gobierno del país que se tomen decisiones que ayuden a reducir los plásticos en el mar y operaciones para limpiar las aguas.