Las cejas tienen tres funciones fundamentales: proteger nuestros ojos, comunicarnos mejor y una función estética.
Sin embargo, las cejas podrían haber otorgado una ventaja evolutiva a los humanos ya que era una “señal permanente de dominación y agresión en nuestros antepasados primitivos”.
Como informa Nature Ecology and Evolution, las cejas que caracterizaron a los primeros homínidos marcaron un rasgo de dominio físico. Mientras que en un principio se pensaba que tanto las cejas y la frente tuvo una función en los humanos para soportar el estrés y para masticar, se ha descubierto que esto no fue así.
"Eso significa que los arcos de las cejas en los humanos arcaicos deben haber tenido una función social, muy probablemente utilizada para mostrar el dominio, como se ve en otros primates".
La reducción de la masa cerebral o el rostro pudo provocar la disminución de los arcos superciliares, las cejas pudieron servir para realizar gestos amistosos y sutiles.